Esta mañana estaba rezando tranquilamente en la capilla de mi colegio y, como no otras ocasiones, han empezado a entrar padres con sus hijos para saludar a Jesús. Lo sorprendente ha sido que, cuando ya me iba, ha entrado un niño de 3 ó 4 años que arrastrando a su padre lo ha metido en la pequeña capilla. El niño, ni corto ni perezoso, ha hecho la genuflexión mientras el padre, que no debe practicar mucho, no sabía cómo comportarse.
Muchos hemos recibido la Fe por nuestros padres, pero hoy muchos niños se la pueden regalar a los suyos. Recuerdo que una niña le había pedido como regalo a sus padres por su primera comunión el que le llevaran a Misa todos los domingos después de comulgar.
Hoy hay muchos niños que, con sus oraciones por la noche y su deseo de recibir a Jesús, se han convertido en verdaderos apóstoles.