D. Fernando es un sacerdote de Valencia, capellán de varios colegios mayores, al que llaman cariñosamente el cura «tinder». Todo empezó de forma casual cuando Salva le pidió que hiciera de «celestino» presentándole a unas chicas que habían saludado al sacerdote cuando iban por la calle. Unos meses después Salva se casaba con una de ellas.
A partir de ahí, D. Fernando se dio cuenta de la labor que podía hacer poniendo en contacto jóvenes católicos. A través de una ficha elaborada por él mismo, los interesados en encontrar a su pareja ideal rellenan sus datos personales y es el propio sacerdote el encargado de examinarlas para analizar si existe la posibilidad de conexión entre ambos.
Salva y Geles fueron los primeros. Fernando les presentó y él mismo fue quien les casó. A partir de ahí, según cuenta el sacerdote a este periódico, empezó el aluvión. Marta, una amiga de Geles, se acercó a Fernando y le hizo una petición: “Estuve en la boda de Geles y me dijo que se habían conocido gracias a usted. A ver si a mí también me encuentra a alguien”, le dijo. Y se puso manos a la obra. Le presentó a Luis, el que es hoy en día su actual marido. Y así sucesivamente hasta haber casado, hasta hoy, a 270 parejas.
El procedimiento tiene su gracia. Si quieres puedes leerlo más detallado en El Español
