Por Manuel de Toro
El texto que se comenta más adelante es la introducción de la obra de Eric Hobsbawm. En esta obra, el historiador británico expone cómo de importantes son las «tradiciones inventadas», elemento estabilizador importante, para las sociedades industriales, que se definitivamente por una inestabilidad acusada. A lo largo del texto, el autor va describiendo cómo las tradiciones y las costumbres son utilizadas por distintos pueblos y sociedades para fines diversos, que pueden guardar alguna relación. Asimismo, el autor diferencia entre «tradición» y «costumbre» para ayudar al lector en la comprensión del texto. Igualmente, y una vez que Hobsbawm ha desarrollado el texto, diferencia entre «viejas tradiciones» y «tradiciones inventadas». En resumen, el historiador trata de eliminar la creencia popular de que sus tradiciones son centenarias,
Al comienzo de la introducción, el autor explica el concepto de «tradición inventada», que no es más que un ritual o una festividad, con supuesta base histórica, impuesta a la sociedad, con el objetivo de cohesionarla. Seguidamente, Hobsbawm diferencia, acertadamente, los términos de tradición y de costumbre, porque en ocasiones pueden causar confusión al asociar que son sinónimos. Para el historiador, las costumbres quedan reservadas a las sociedades «tradicionales». No detalla qué son estas sociedades o cuáles son sus características, pero por el contexto puede deberse a sociedades que no hayan experimentado la revolución industrial, es decir, se tratarían de sociedades del Antiguo Régimen.
No hay que olvidar que un componente importante dentro del feudalismo, concretamente las relaciones tributarias entre el señor y el vasallo, estaban supeditadas a la costumbre. Podría decirse que, hasta las revoluciones liberales, las sociedades eran el resultado de una sucesión de costumbres, que por ser así, habían sobrevivido al paso del tiempo y habían configurado a las sociedades.
El autor explica de una forma clara después por qué las sociedades industriales necesitan de estas «tradiciones inventadas». El por qué se halla en los propios revolucionarios, ya que estos procesos rompieron con el modelo político, religioso, social y económico del Antiguo Régimen. Las nuevas sociedades demandaban de tradiciones en las cuales ellos podrían fomentar los nuevos vínculos sociales, ya no serían relaciones estamentales (socialmente hablando) o gremiales (económicamente hablando), sino que estarían basadas en las clases sociales, consecuencia de la revolución industrial.
El éxito de estas tradiciones radican en periodización a lo largo de los años, síntoma de que las sociedades las han integrado: «Inventar tradiciones como se asume aquí, es abundante un proceso de formalización y ritualización,
Imagino que a lo largo del libro el historiador desarrollará más todo lo relacionado con la invención de la tradición, sus causas y sus consecuencias. Cuando uno lee esta introducción, puede apreciar cómo la invención de la tradición fue un elemento decisivo en la configuración de las sociedades industriales y de los estados-nación. La tradición serviría al nacionalismo decimonónico en la configuración de estos estados. Por ejemplo, en el caso alemán hubo un esfuerzo notable para aunar una «cultura germana» que germinase en la creación del estado alemán. Hobsbawm lo relaciona con la simbología nazi, debido a que ésta estaba meticulosamente ideada para servir a los objetivos del Tercer Reich. Para conseguir sus multas, las tradiciones se sirven de material viejo (como lo denomina Hobsbawm) y del relato histórico,
Dicho esto, el autor hace una crítica a los historiadores, porque éstos no se interesan por el estudio de las tradiciones, en su nacimiento, en su desarrollo ya qué responden. Por último, llama a una interdisciplina junto a la antropología social para responder a las cuestiones antes mencionadas.
A continuación, el escritor responde a la pregunta que, posiblemente, el lector se esté cuestionando mientras lea su texto: ¿por qué nacen las «tradiciones inventadas»? Porque «la ideología liberal del cambio social decimonónica fracasó sistemáticamente al no suministrar los lazos sociales y de autoridad que se daban por supuestos en sociedades anteriores, y creó vacíos que debían llenarse con prácticas inventadas» (Hobsbawm, pág. 15).
La Revolución se llevó por delante a toda la sociedad precedente y el liberalismo, al ser una ideología materialista, no cayó en la ruptura de los lazos sociales y espirituales de estas sociedades y comunidades, que eran primordiales desde su configuración. Es por eso que, a lo largo del siglo XIX, se deben ir inventando toda una serie de tradiciones, con el objetivo de cohesionar la sociedad y de legitimar el poder existente. Al final y al cabo, las diferentes invenciones de tradiciones responden a: cohesionar la sociedad entre sí y en torno al poder político existente, y perpetuar dicho poder político.
Con la del liberalismo y del nacionalismo, los pueblos deben convivir con un racionalismo individualista (su origen está en la Ilustración) que iba más allá del cálculo económico, sino que llegaba hasta como una idea social (las sociedades democráticas son el resultado de un pacto entre los ciudadanos).
Ya para finalizar, Hobsbawm explica cómo estas tradiciones son la oposición a la Religión, afirmando: «[…] las primeras (las religiosas) eran específicas y relacionaban duro los lazos sociales, las segundas (las inventadas) tendrían a ser poco específicas y vagas , como la naturaleza de los valores, los derechos y las obligaciones de la pertenencia al grupo que inculcaban […]» (Hobsbawm, pág. 17).