Por Cristina Pérez-Miranda Mata, Madrid
Esos pies que tanto han caminado por caminos de nuestro mundo, los mismos que se han embarrado y empapado de humanidad, son los que ahora quedan atravesados por un clavo, taladrados, fijados a un madero.
Los brazos extendidos a ambos lados con la imposibilidad física humana de moverse. Quietud.
Jesús lo más atado y encarcelado posible. Bien anclado a algo pobre y material de este mundo. Un madero.
Siendo Él quien nos concede la libertad, y siendo Él el más Libre, queda en la cruz, simbólicamente atrapado entre nosotros y por nosotros, para mostrarnos que la libertad plena es cosa del Cielo.
Además lleva corona de Rey. La corona más sublime e imponente imaginable. Una corona de dolor, que se le incrusta. ProvocándoLe (nosotros) dolor con nuestro desamor. Nuestras ofensas. Nuestro pecado.
Otro signo más de que su reino no es de este mundo. Se abaja y abraza el madero, (lo más pobre), para enseñarnos que no interesa. Que los ojos no deben estar puestos ahí.
Que hay dolor, pero el dolor trae Gloria.
Ese abrazo al madero es el acto más libre de todos. En él demuestra su clara Voluntad. Es la mayor expresión de que libertad y amor son todo uno. No se explican si los separamos.
El engranaje humanidad-divinidad encaja y gira aquí en la Cruz más suave que nunca.
Que Dios no se ata, que se abre a nuestro sí.
Que todo es un signo y que es todo un signo.
Y lo que corre por debajo es el verdadero mensaje. Lo inmenso y profundo del acto.
Y ese «apego» al madero demuestra desapego del bueno. Lógicamente no está apegado al trozo de madera donde le van a dar muerte, si no que va hacia el Tú. Su amor es puro, perfecto, desapegado; fluye por y hacia nosotros. Invade, inunda, desborda todo.
Y es Muy Bueno. Como cordero llevado al matadero. El cordero. Sin queja. Se ofrece. Perdona al verdugo. Me perdona. Eternamente Bueno.
Y por eso la cruz es triunfo!!!!!!!! La muerte en la cruz es perfecta! Precisamente porque el mundo no lo entiende.
Utiliza la fina pedagogía de un Padre que conoce a su hijo. Y así nos lo muestra en su Hijo, encarnado!
Y por eso es Verdad, y está Escrito, y es triunfo.
Es el último asalto. Y la muerte ya no tiene la última palabra.