Siento la apostilla, pero hay que volver a recordar que vivimos en una época en la que el sentido común está enfermo. Se ha alejado de la vida, se ha exportado a sí mismo de la realidad, se plantea lo inaceptable y duda de sus mismas certezas. Pero también entre los cristianos. Su órgano de contacto sencillo y humilde con la presencia de Dios parece quebrado.
vivimos en una época en la que el sentido común está enfermo
En este sentido, me parece que la lectura de las cartas y cuadernos, recientemente traducidos al español (“Resistir al mal”, 2022, Encuentro), de Franz Jägerstätter nos rehabilitarán mucho. Para quien no conozca su vida, recomiendo acercarse al texto de Isidro Catela, “Los que no juraron a Hitler” (2020, Encuentro), o ver la película de Malick, “Una vida oculta” (2019). Sobre todo, en lo posible, dialogar y dialogar sobre el testimonio de personas como este matrimonio y familia que hablaban con una naturalidad sublime sobre su vida de fe, sobre lo que Dios quería de ellos, sobre la responsabilidad perdida en la vida pública y en el compromiso personal con la fe.
De su lectura, podemos aprender mucho y cuestionar, ya de cara al Adviento que se acerca, en qué sentido nuestra fe permanece firme y viva, está conectada con la realidad y cuestiona la mundanización o la divinización de lo que nos rodea. ¿No nos damos cuenta de que, diría Pablo, somos hijos? ¿No hemos comprendido que nuestra condición esencial cristiana es la vida entre hermanos, no solo prójimos? ¿No hay en nosotros un mínimo de resistencia paciente y un amor no violento contra la descristianización y reorganización de la cultura occidental fuera de sus raíces? ¿Cómo nos mantendremos en pie, sino en comunidad que recibe y celebra, que escucha y anuncia, que es capaz de dar testimonio dando la vida?
Sin duda, Franz y Franziska son de Dios, siendo el uno para el otro
Sin duda, Franz y Franziska son de Dios, siendo el uno para el otro. Lo confiesan abiertamente en sus cartas, lo reflexiona Franz humildemente en su cuaderno. No por perfectos, como el mundo achaca y critica, sino por honestos, por sencillos, por amables. No por estar por encima de todo lo demás como si nada le afecta o le fuera indiferente lo que sucede en el mundo, sino desde la encarnación de una respuesta querida por Dios, en diálogo valiente con su voluntad de salvación y de auténtica concordia en la humanidad. No por la imposición de una verdad que juzga menospreciando, sino abriendo camino con una verdad que llega de lo alto y es vivible por todos. Aunque nos cuestione, aunque nos exija.
En sus cuadernos, Franz es capaz de meditar sobre el engaño que los anula y los hace parte de un sistema, sobre la oración que hay que aprender de joven y que libera al estar pacíficamente con Dios, sobre ser ante Dios como niños, sobre la responsabilidad que tenemos con nuestro tiempo, sobre la importancia de la lectura… Y todo ello transido de un enorme sentido común cristiano, de una natural y espontánea comunión con la verdad del cristianismo, de una humilde y ligera confianza en el amor.
Invito mucho a leer su testimonio de vida. Que junto con el de tantos cristianos en la historia, nos azuza y nos provoca. Porque también hoy hay santos entre nosotros, porque la Iglesia sigue siendo muy fecunda en amor, en salvación, en acogida, en hacer presente el misterio del Señor que murió y resucitó por nosotros.
José Fernando Juan (@josefer_juan)