Puede que a Dios le hayamos abierto la puerta de nuestras casas, pero no la de nuestros corazones. Es decir, Jesús se ha encontrado con una pensión que le ofrece un servicio completo, sin embargo no ha encontrado un corazón donde cobijarse.
El ejemplo lo tenemos en ese famoso posadero del que, dentro de unos días, consideraremos y meditaremos su comportamiento. Es posible que quisiera dar un buen servicio, pero no estaba dispuesto a entregar su corazón. Son los nuevos nicodemos cumplidores de preceptos y conductas intachables, pero con corazones fríos, nada enamorados.
Por eso quiero lanzarte una pregunta, la misma que Jesús le hizo a Pedro, ¿Le quieres?
Robert Tyrrel