«Dios es Amor». Todos hemos oído esta frase alguna vez, pero ¿nos hemos parado a pensarla? ¿Hemos caído en la cuenta del significado tan profundo que esconde? Dios es Amor, Dios es El Amor, de tal modo que solo podemos amar y ser amados en relación con Él. Y es importante aprender a integrar esto en nuestras vidas, porque si Dios es Amor significa que ama y, en concreto, que te ama a ti.
La actividad específica de Dios no es otra que amar, lo cual revela en Jesucristo. «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo Único» (Jn, 3:16). Dios permitió la muerte de Cruz de su Hijo para que el mundo creyera en el Amor inmenso que Él nos tiene. Dios cree que valemos la pena, Jesús está dispuesto a pagar el precio que haga falta por nosotros.
Dios cree en nosotros. Y confía en nosotros porque nos quiere.
Jesús se hizo pequeño, tan pequeño como un trozo de pan, para poder entrar en nuestros corazones. Buscó el cobijo de nuestra alma para amarnos, para hacernos creer que Él, el Rey del Universo, nos quiere, por encima de todo y por encima de nosotros mismos. Por eso se entregó a sí mismo en la Eucaristía.
Y lo hizo todo de manera libre. Absolutamente libre. Porque quien más ama, más libre es. Lo hizo sin excusas, sin peros, sin quejas. Nos amó hasta el extremo porque quiso amar de esa manera tan radical.
Por eso no tienes que ganarte el cariño de Dios. Ya lo tienes, porque Él es Amor, y te quiere a ti. Querer a Dios no consiste en imponerse obligaciones, en desesperarse cuando caemos, en rezar tres Rosarios al día porque sino «Él no estará contento». El Señor ya te quiere, ya ha decidido quererte, aunque tú le digas que no cada día. Él sigue estando ahí, pensando que mereces la pena. Nosotros sólo podemos amar porque Él nos ama, porque nos transmite Su Amor. «Nosotros amamos porque Él nos amó primero» (1 Jn 4:19). No pienses que tienes que comprar Su cariño, Su mirada misericordiosa, o tu parcela en el Cielo.
Si llegas al Cielo es porque Dios te quiere.
Para Él ya eres suficiente, ¡Él te creó! No significa esto que seamos perfectos y no debamos mejorar. Desde luego, hay que tratar de amar más cada día, pero con la certeza de que hay un Amor infinito sobre nosotros, una mirada dulce y firme, libre y alegre.
Dios solo pide que amemos, a Él y a los demás. No pide sacrificios inútiles. Si piensas que no te quiere, que está lejos o que se ha marchado por tu culpa, repite las veces que haga falta que «Dios es Amor». Si estás en una noche oscura lo único que el Señor te pide es que confíes en que Él sigue ahí, porque tú no serías capaz de amar si Él no te amara primero.
No tienes que comprar Su Amor y tampoco el de los demás. El amor es gratuito, no se pide, no se puede comprar. Si sabemos que no se puede exigir que alguien nos ame, ¿acaso se lo vamos exigir a Dios? Sólo hay una diferencia… El Amor del Señor no se va. Porque Es Amor, y no sabe hacer otra cosa que no sea quererte. Dios te quiere. Y te quiere feliz.
Patri Navarrete