«El idiota» es, en mi opinión, el mejor libro de Dostoievski. Su propósito fue el de crear un personaje que representara el ideal de caballero cristiano, como tantos otros escritores han intentado hacer a lo largo de la historia. Su cualidad esencial es la ingenuidad; confía en la gente, su actitud ante las relaciones sociales no son las de la doblez, la apariencia, o la búsqueda de intereses económicos. No, él quiere lo mejor para cada uno. Por eso es el idiota, es el ingenuo.
Es un héroe que en la alta sociedad de San Petersburgo lo único que sabe hacer es amar; amar a sus amigos, a los débiles y enfermos, a una misteriosa mujer… El capítulo que narra su estancia en un pueblecito suizo es enternecedora, las mejores páginas que he leído en los últimos años. Quizá la sombra de «Crimen y Castigo» o «Los hermanos Karamazov» han provocado cierto desinterés por este libro. Quizá su extensión nos puede inclinar a desdeñar su lectura. Os aseguro que después de leerlo la satisfacción estética, lúdica y moral es tan intensa que uno da gracias al cielo por haber perdido tantas horas leyendo sobre un idiota.
Tras su lectura todos queremos ser idiotas. Luego se nos olvida, pero siempre viene alguna circunstancia a recordárnoslo. Qué razón tiene Dostoievski en «El Idiota»: ¡Seamos todos idiotas!, o si lo preferimos, ingenuos.
Reseña de Juan Gómez Blanes para Club del lector