Al 2022 le pedí entre otras cosas poder hacer el Camino de Santiago como un reto personal y ayuda espiritual.
El Camino de Santiago, como muchos antes han comparado, es como el camino de la vida, hay que cargar con lo verdaderamente necesario y deshacerse de aquello que pesa y no nos deja avanzar. También aprende uno a fijarse en los pequeños regalos del día a día como el amanecer, el atardecer, el poder dar un paso más y a valorar todo aquello que tenemos y muchas veces damos por hecho, el tener salud, comida todos los días, un techo bajo el que dormir, etc. Además, hay veces que aparecen cuestas, imposibles por uno solo de superar, pero con la ayuda y compañía de las personas que nos rodean podemos coronarlas e ir ofreciendo esos esfuerzos. Qué importante son las personas con las que compartimos nuestras vidas y aquellas que aparecen de repente para acompañarnos también desde ese momento.
Ya en Santiago, ver a tanta gente desde todas partes de Europa, con nuestros mismos problemas y preocupaciones reunidas por un mismo fin, la fe, es algo inexplicable.
La fe da una felicidad eterna, no es un momento de alegría pasajero sino que es una paz y una alegría que rebosa el corazón y se contagia.
Un Camino para toda la Vida.
Beatriz Huertas Calvillo