Una joven enferma de cáncer desde su nacimiento, después de una terrible lucha, sintiéndose casi derrotada por la enfermedad, en su corazón brotó la esperanza de que Dios pudiera sanarla a través de las oraciones del sucesor de Pedro el Apóstol del Señor. Entonces sus padres, al darse cuenta de la esperanza de su hija, acudieron inmediatamente a la Santa Sede, con su niña enferma, y el Santo Padre con toda sencillez y benevolencia la bendijo.
Pasaron los días, pasaron los meses y la reacción positiva de la pequeña calentaba el corazón de sus padres, quienes veían el milagro de Dios obrando en su hogar. Y este 13 de marzo, la joven curada regresa al Vaticano, esta vez con gratitud, y en la casa de Santa Marta puede agradecer a Dios la gracia alcanzada a través de las oraciones de un sencillo y humilde siervo de Dios Benedicto XVI. No es hoy que la gente toma a sus enfermos para que al menos la sombra de Pedro los toque, y así tocados, todos fueron sanados.