¿No te pasa a veces, que cuando enciendes la radio del Jefe, no sintonizas en su misma frecuencia? Sólo llegan interferencias y no consigues escuchar su voz.
Pero qué pasada, cuando consigues aislarte del ruido del mundo, y te arrodillas frente a Él, cara a cara, y entras en su sintonía.
Cuando le cuentas tu día y lo pones todo a sus pies, pero sobre todo cuando le dejas hablar, es increíble, cómo un trozo de pan, tiene tanta vida y tantas cosas que contarte.
Simplemente hay que dejarle hablar, hay que estar dispuestos a que nos hable. ¡Y qué complicado se hace a veces! Es mucho más fácil, llegar soltarle nuestras preocupaciones y pedirle al final que nos ayude y nos caiga del cielo una solución, ¡NUESTRA SOLUCIÓN a NUESTROS PLANES!
Y si, por el contrario, le escuchas… le dejas que te cuente lo que te quiere y los planes que Él tiene para ti, como lo oyes, donde tú solo tienes que ponerte en piloto automático y escuchar lo que tiene pensado para ti.
Asusta, ¿verdad? tranquilo, no eres el único que siente ese miedo, pero qué pasada cuando sabemos que algo viene de Dios, cuando te das cuenta de que hay alguien que te quiere y te protege y que sólo espera que te postres ante Él, y le pidas y le dejes que haga su voluntad en ti.
Que le pidas que te llene del Espíritu Santo para poder oírle, no te preocupes si al principio no te dice nada, o no logras escucharle.
¡Hasta los discípulos le tuvieron delante y no le supieron reconocer!
Apóyate en el Evangelio y descubre el mensaje que el Señor te quiere transmitir a través de su Palabra viva, conócele, acércate a Él a través de su vida, y pídele parecerte un poco más a Él.
Su espíritu transformador hará nuevas todas las cosas.
Jaime Martínez Velasco