En el Vaticano los miembros de la Guardia Suiza son seguidos por un capellán y llegan a surgir vocaciones al sacerdocio como es el caso de Didier Grandjean, 32 años.
«Empecé a ser monaguillo a los 8-9 años. También tuve la alegría de cantar en el coro parroquial y leer la Palabra de Dios. Estos compromisos me han permitido vivir más de cerca el misterio de un Dios que se hace historia», afirma en Famiglia Cristiana.
«En 2009 tuve el privilegio de presenciar el juramento solemne, realizado el 6 de mayo en el Cortile di San Damaso, dentro del Palacio Apostólico. No tuve más dudas: era lo que quería hacer. Recuerdo que en mi mente se mezclaba el deseo de servir a la Iglesia en la persona del Santo Padre con la perspectiva de vivir una experiencia única.»
Sobre cómo surgió su vocación explica: «Conocer de cerca a dos Papas y vivir en el corazón de la Iglesia ciertamente no podía dejarme indiferente. Cuanto más pasaban los años, más me daba cuenta de que a través de las personas que encontraba y de las circunstancias que vivía, el Señor me hablaba, me llamaba a seguirlo más de cerca.» Cuando tomó la decisión sintió una gran paz .
«Todos los días doy gracias al buen Dios que me ha guiado con tanta paciencia todos estos años. Sé que puedo contar con la oración y la ayuda de muchos hermanos y hermanas, aquí en la tierra y allá arriba en el cielo. ¡La comunión de los santos no es una expresión vacía, se puede vivir con gratitud! «
Fuente: Famiglia Cristiana