Gracias a Dios, he tenido la oportunidad de estar durante unos días en Lituania en una convivencia con sacerdotes de casi 7 países (Rumania, Letonia, Hungría, Polonia, Finlandia…) y la preocupación de todos era la misma: ¿Qué hacemos ante la falta de sacerdotes?
Se pueden buscar soluciones a corto plazo: unidades pastorales, ministerios laicales… lo que sea, pero son soluciones muy a corto plazo. La solución es que vengan nuevas vocaciones y esta realidad no es un problema de los sacerdotes u obispos, sino del pueblo fiel.
Me gustaría preguntar: ¿Rezas por las vocaciones? ¿Qué harías si tu hijo o tu hija te dice: Papá, mamá: tengo vocación para el seminario o la vida religiosa? Durante siglos los padres han deseado que algunos de sus hijos tuvieran vocación.
Muchos feligreses se quejan de los horarios de Misa, confesiones o de cuándo se celebra un entierro y cuando les dices que la solución es que pidan vocaciones se encogen de hombros.
Vamos a dejar de decir: el cura nunca está en la parroquia porque tiene que atender 3 pueblos; a decirle al cura: vamos a organizar un rosario en este mes de mayo por que la Virgen nos envíe una vocación al pueblo.