Todos en algún momento nos hemos hecho un propósito de cambio, por normal general, Año Nuevo es el momento de los propósitos de cambio por excelencia. ¿Quién no se ha propuesto mejorar, ir al gimnasio o comer sano algún primero de enero?
Pero todos conocemos o hemos vivido el fracaso de esos propósitos… prácticamente llega marzo y hemos olvidado esas promesas de cambio, pero ahora tenemos la mejor oportunidad de todas para intentar mejorar.
Cristo ha resucitado y las cuerdas de la muerte se han roto, estamos en Pascua de Resurrección y tenemos cincuenta días hasta Pentecostés en los que podemos mejorar esos aspectos que solo nosotros sabemos que podemos y queremos cambiar.
Ahora, con la alegría de la resurrección de Cristo tenemos ese impulso para poder avanzar y ser una mejor versión de nosotros mismos. Propósitos de cambio en la Alegría de la resurrección. Es un buen momento para intentar amar más al prójimo, ayudar al necesitado y mirar más las necesidades de los demás que las nuestras.
Puede que sea el momento de perdonar a quien nos ha faltado y sobre todo de repasar nuestros actos y pedir perdón nosotros mismos por aquellas situaciones en las que no hemos estado muy acertados. Hay que dejar atrás las heridas del pasado y poner las cosas en orden.
Tenemos la oportunidad de apartar el ego y la soberbia de nuestro camino e intentar reflejarnos en los demás y sobre todo poner nuestro talento al servicio de los demás. Quizás estos días sirvan para mejorar el resto de nuestra vida y ayudar a alguien que está perdido.
Esta puede ser una buena manera de anunciar que estamos alegres y que la muerte no tiene la última palabra.
No dejes que estos días pasen de largo y sin que dejen una huella en tu vida, pero sobre todo no dejes que pasen sin dejar huella en la vida de alguien. Jesús se entregó por amor, ahora nos toca a nosotros poner amor donde hay dolor, angustia o miedo.
Usando los signos de la victoria pascual podríamos hacernos la pregunta de cuáles son las piedras que hoy necesitamos correr para dejar salir la vida encerrada en demasiados sepulcros blanqueados.
Piedras de desigualdad, de violencia, de injusticia, de rencor, de ignorancia, de soledad, de dolor, de traiciones, de muerte. Viejas heridas que se quieren hacer cerrar con nuevas heridas que no llevan sino a más violencia.
Celebrar al Resucitado es comprometernos a hacer de nuestra vida una ocasión para que nosotros y todos los que nos rodean podamos experimentar el gozo de que ni la muerte, ni el mal tienen la última palabra, que ni el odio ni la venganza deben ser el punto final de ninguna discusión sino que la vida y el bien, el amor y la reconciliación son los que nos pueden abrir definitivamente a los cambios que pueden generar relaciones nuevas y fundadas en valores que contagian paz, solidaridad y esperanza.
Feliz Pascua de Resurrección.
Adrián González Luna