Jesús, que esta lengua que tú tocas… y después añado alguna cosa más que quiera pedir al Señor. Esta frase, es la que intento decirle más o menos estos últimos días al Señor cuando comulgo (que intento que sea diariamente). Me llamo Pablo Montero, estudio Enfermería y tengo 19 años. No toda la vida he vivido en la fe, mis padres no creyentes no me educaron en una vida cristiana, fui a catequesis, tomé la Primera Comunión y como tantos niños dejé de ir a Misa. Años más tarde por circunstancias de la vida, me fui acercando poco a poco al Señor con muchas subidas y bajadas, hasta el día de hoy, en el que puedo decir que tengo una relación brutal con Él, y es el motivo principal de mi felicidad.
Viendo unas stories de la cuenta de Instagram de JC sobre la Comunión en la mano o en la boca, hice un comentario y me propusieron escribir sobre este tema, y aquí me encuentro sin saber muy bien que decir. Con los años y también leyendo un poco, pero sobre todo a base de intentar tratar a Jesucristo, he ido entendiendo poco a poco y creyendo más y más en el misterio de la Sagrada Eucaristía, porque es un misterio que Jesús se haya querido quedar en forma de pan desde hace 21 siglos para poder estar con nosotros.
Entonces partiendo de esa fe que me hace creer que en la Forma consagrada que comulgo se encuentra Jesucristo de verdad, Él mismo que andaba por Galilea y comía con sus discípulos, o el que se divertía en unas bodas en Cana, o el que dio la vida por nosotros en una Cruz, me hago muchas veces la misma pregunta ¿cómo recibo YO a Jesús? ¿Cómo le reciben los demás?
Por ello, este tema me parece uno de los más importantes que podemos reflexionar todos los cristianos en general y sobre todos los jóvenes, que tenemos la misión de sacar la Iglesia adelante junto con obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas…y por supuesto, el Papa. Aunque la Iglesia permita la Comunión en la mano, creo que al razonar un poco, y si de verdad uno cree realmente que Jesús está ahí, opta por recibir al Señor en la boca. Mucha gente y también mucha gente de mi edad se da cuenta de que precisamente Dios está en un cachito de Pan e intentan comulgar de la mejor forma posible, en la boca o incluso de rodillas.
Con un poco de pena sí que veo que también está muy extendido comulgar en la mano, y también de cualquier manera, como si fuera un cacho de pan o un caramelo y no lo es ¡es Jesús de Nazareth!, ya que al comulgar en la mano quedan partículas que también son el cuerpo de Jesús y pueden caerse al suelo o perderse. Sé que estos años en los que hemos vivido en la pandemia ha sido más difícil porque algunos sacerdotes no han dejado comulgar en la boca o la gente se ha habituado a comulgar en la mano, pero si se hace de esta forma, al menos sería importante revisar la mano muy bien e intentar que no queden partículas ni en las manos ni en los dedos.
En conclusión, mi idea principal era animar a toda la gente que leemos Jóvenes Católicos, a reflexionar sobre este tema, y ahora en estos meses en los que por suerte la pandemia va mejorando y no hay tantas restricciones, vayamos luchando por recibir mejor al Señor, que seamos valientes y que demos ejemplo entre nosotros los cristianos y al mundo en general, que queremos muchísimo al Señor, que queremos quererle más y que creemos (realmente y con el corazón) que Él, después de 2000 años, sigue Ahí, de verdad.
Pablo Montero Álvarez