Si algún autor de espiritualidad consigue sintetizar de modo paradigmático lo teológico y lo ascético, lo cultural y lo doctrinal, lo trascendental y lo cotidiano, de modo ameno y original, intelectual y poético, es este predicador de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Si yo fuera Papa, perdonad si suena grotesco, también lo elegía como mi predicador (qué tonterías se ocurren a veces).
Qué felicidad encontrarse con un libro que habla de la Cruz, de Jesucristo, del Padre, del Espíritu Santo, con tanta profundidad y al mismo tiempo con tanta sencillez. El libro está constituido por meditaciones y homilías que el autor predica en la basílica de San Pedro (al menos la mayoría, pues hace referencia en muchas de ellas al lugar y al día, el Viernes Santo) entre 1980 y 2006. Doctores tiene la Iglesia y yo no soy, pero me he leído tres libros de Cantalamessa y cada cual me ha gustado más. Quizás, por su originalidad y por la bellísima interpretación que hace del Magnificat y de los cantos de Zacarías y Simeón, me quedo con «El Misterio de la Navidad».
«La fuerza de la Cruz» ayuda a entender el sentido cristiano del dolor, el amor de Cristo en el madero e, incluso, nos puede acercar al misterio insondable de la Cruz. El final del libro, colosal, lo dedica al canto del «Ave verum».
Reseña de Juan Gómez Blanes para Club del lector