Desde que en el año 1969 se realizó la primera conexión entre los ordenadores de Standford y UCLA, pasando por el envío del primer email en 1971 realizado por Ray Tomlinson, internet ha tenido una proyección meteórica.
El liderazgo de la vida digital parece no tener barreras: webs, redes sociales, blogs… han llegado para quedarse con nosotros. Cada vez son más las actividades humanas que incluyen estos medios en su día a día: trabajos profesionales, colegios, supermercados, ocio, bancos, periódicos… tanta relevancia ha tomado la era digital que, la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, pidió en 2006 a la ONU declarar como “Día Mundial de Internet” el 17 de mayo.
El desarrollo de Internet ha superado ampliamente cualquier previsión, constituyendo una verdadera revolución en la sociedad moderna.
En el año 2018, un estudio señalaba un número de usuarios de internet de 4.021 millones, es decir, el 53% de la población mundial. El informe de 2019 asegura que, hasta el momento, el mundo cuenta con 4.388 millones de internautas, es decir, una penetración del 57%.
Todos somos conscientes de que, actualmente, nuestros pueblos y nuestras ciudades no son el único ámbito por el que nos movemos. Las posibilidades de establecer relaciones entre personas, adquirir conocimiento e incluso todo tipo de objetos materiales se han trasladado a este nuevo mundo.
Tras estos datos, me gustaría plantear las siguientes cuestiones: ¿Es el mundo virtual un lugar seguro? ¿Quién reza por el acercamiento a Dios a través de la vida digital? ¿Quién encomienda a tantas personas que se aventuran a descubrir nuevos horizontes de enriquecimiento? ¿Incluimos en nuestras preces a quienes vuelcan contenidos en la red? ¿Vemos necesario introducir en nuestras plegarias una oración de petición por la dignidad del espacio virtual? Hasta el día de hoy son muy pocos los que se llevan a su oración personal la vida en Internet y menos aun los que rezan colectivamente.
Desde la Asociación Noche de Reyes, que difunde la espiritualidad mariana Reina de la Infancia Espiritual, queremos generar esta inquietud: “Rezando por los navegantes de Internet”. Para que cada clic no suponga alejarse de Dios, para que no caigamos en la tentación de mirar anuncios sugerentes que nos conducen a la pérdida de la libertad, para que más niños no destruyan su inocencia… en definitiva, invocar a la Santísima Virgen para que Ella derrame su amor maternal por el espacio virtual.
Desde hoy, invitamos a comunidades religiosas, parroquias, grupos de oración… a rezar por La Red, pronunciando simplemente una pequeña jaculatoria Reina de la Infancia Espiritual, o bien una corta oración de petición que nos puede auxiliar a la hora de navegar:
Reina de la Infancia Espiritual,
como niño pequeño
te vengo a suplicar,
que ante esta necesidad
[ los navegantes de Internet ]
muestres tu maternidad.
Avemaría /(Gloria)