Querido Antón :
Llevas ya dos años de feliz noviazgo -bonita palabra hoy en desuso- y aprovecho esta carta para plasmar alguna idea de las que hablamos con mucha frecuencia en casa.
Son muy curiosas las anécdotas que vais teniendo todos los hermanos cuando comentáis en diversas situaciones que queréis vivir el noviazgo sin relaciones sexuales. ¿Que no te acuestas con tu novio-a? ¿Es que no le quieres? Es lo más flojo que oís sobre este tema.
Realmente es algo que hoy parece imposible de vivir. Sencillamente no se entiende. Para los mayores es un ideal bonito pero imposible de conseguir y para los jóvenes un absurdo sin pies ni cabeza.
Todavía hay muchos, o al menos algunos padres, que piensan que les gustaría que sus hijos vivieran el noviazgo así pero les parece imposible, caso perdido y absurdo siquiera pensarlo.
Y no nos engañemos, cierta razón tienen porque con la que está cayendo, es muy difícil desmarcarse de la mayoría y no terminar como todo el mundo.
Para empezar cuesta muchísimo, además ni está de moda, ni es cosa fácil y en muchos casos, cada vez más, ni se sabe que existe esta alternativa.
Pero todavía quedáis jóvenes que piensan que merece la pena tener un noviazgo sin relaciones sexuales.
Partís de que no es asunto fácil pero ¡Cuántas veces lo bueno cuesta más! Y creéis que no siempre la gratificación inmediata y lo que apetece es lo mejor, lo que más ayuda a ser feliz.
Pero para vivir así una relación son imprescindibles dos premisas:
1.- Tenerlo muy claro
2.- Vivir el noviazgo de forma distinta
1- Tenerlo muy claro es el punto de partida.
Tenemos que ayudar a hijos y alumnos a tener claro el fin que quieren dar a su sexualidad.
Lo que más van a oír, leer, escuchar y aprender, sin mucho esfuerzo por su parte, es que la sexualidad es sobre todo fuente de placer, más o menos como tomarse una coca cola. Una estupenda manera de encontrar placer.
Por eso no importa mucho cómo ni con quién. Nos damos placer mutuamente una noche y mañana o dentro de un rato adiós… ¡Qué maravilla! Sin compromisos y 0 responsabilidad.
Esta idea no sólo inunda imágenes, letras de canciones, películas,… sino que es la que se considera válida en el pensamiento predominante. Tanto a nivel legislativo como filosófico, en la medicina, docencia,… En fin , en cualquier ámbito de nuestra sociedad es algo aceptado consensualmente y algo sobre lo que queda muy mal discrepar. Muchas veces sin grandes planteamientos antropológicos. Es así aunque a veces no se sepa por qué.
Por tanto, en cuanto dos personas están juntas, ya en los primero encuentros se termina frecuentemente en una relación sexual. Adiós al romanticismo y al conocerse en profundidad: carácter, temperamento, sentimientos que nos inundan y nos llevan a actuar de una manera u otra.
Y así, el sexo, pasa a ser parte esencial y con frecuencia dominante, de cualquier pareja, no digamos novios, desde los primeros momentos.
Pero frente a esa idea sobre el fin de la sexualidad estamos los otros.
Los que pensamos que las relaciones sexuales son signo de la entrega. Que es lo más íntimo que tengo y que no lo voy a dar hasta que tenga un compromiso de continuidad- por ejemplo, el matrimonio- porque solo dentro del amor total al otro, amor con vocación de eternidad y abierto a la vida, solo entonces voy a entregarme en todo mi ser, voy a entregar mi sexualidad.
Pensamos que es entonces, y solo entonces, cuando las relaciones sexuales adquieren su pleno sentido.
No sólo me proporcionan placer físico sino la felicidad de la plena unión con la persona que más quiero y con la que quiero compartir mi vida.
En el trato con jóvenes es fácil escuchar que las relaciones sexuales en el noviazgo son una prueba de amor. A mí me da un poco de risa oírlo. Pero intento disimular y animo a darle la vuelta. ¿No es más prueba de amor saber esperar? Desde luego una pareja que sabe esperar demuestra un amor mucho más fuerte y más probado.
También la espera facilita el conocerse mutuamente. Los pequeños roces y grandes desencuentros que pueden surgir en el noviazgo pueden desvanecerse en la cama pero es una falsa solución. Es mucho mejor herramienta para conocerse bien la conversación y la ternura que el sexo que a menudo falsea las relaciones.
Dicen que el chico buscando sexo ofrece amor y la chica buscando amor ofrece sexo, y es bastante real. Cuantas “niñas” vemos que creen que la manera de conseguir el amor del chico que les gusta es ofrecer sexo y no se dan cuenta de que es la mejor manera para que el chico pierda interés por ellas.
Les suelo comentar a mis hijos y alumnos que justamente el saberse resistir al sexo hace valer a una chica y espolea el ansia de conquista en el chico.
Pensemos en Enrique VIII. Fue capaz de romper con el Papa y formar una Iglesia paralela por algo tan simple como que Ana Bolena no se quería acostar con él si no era antes su mujer.
¿Qué hubiera pasado si hubiera cedido? Posiblemente hubiera sido una cortesana más y pasado desapercibida. Pero logró que El Rey deshiciera su matrimonio, se casara con ella y después su hija fuera reina de Inglaterra.
A veces comentáis en casa de alguna amiga que sueña con que su pareja” le pida para casarse”, ella está deseando y él se resiste.
Pienso para mí si no tendrá algo que ver que el chico ya está satisfecho sexualmente y encima vive muy feliz porque no tiene grandes responsabilidades. Siempre ha sido típico de los chicos presumir de que ninguna chica les ataba pero ¡Cuántas veces terminaban cediendo cuando se enamoraban!
Y parte importante de ceder, “resignarse” a perder la soltería, era que tenían muchas ganas de acostarse con su novia.
Pero la decisión de como cada uno consideréis el fin de la sexualidad no la podemos tomar los padres ni profesores por vosotros. Es una de las grandes decisiones que os toca tomar en la vida.
Y si al fin, gracias a Dios, tenéis claro que merece la pena esperar a tener relaciones sexuales hasta la boda, viene el punto dos.
2.-Vivir el noviazgo de forma distinta.
Y es que, no nos engañemos: “Todos somos de pasta flora”, como decía un sacerdote santo.
Por eso no se puede hacer lo que hacen todos porque se acabará como todos.
A veces Antón esto os cuesta entenderlo y os parece que en casa somos muy exagerados. Y tienes razón, pero sólo si se vive de forma exagerada, en relación a lo que hay alrededor se puede llegar a la meta.
Y vivir el noviazgo de forma distinta pasa por vivir unas normas elementales de prudencia: Por ejemplo,
no quedarse solos nunca en casa, no subir a la habitación del hotel cuando viene tu novia a verte, o no pasar la noche con más jóvenes sin que haya padres o similar, por supuestísimo no viajar solos, ni ir trayectos largos en coche solos…
Ya ves, a años luz de lo que vemos alrededor. Pero sólo si batalláis en esto lograréis el resultado querido.
Cuando hablo de esto con alguna amiga, incluso que piensa igual que yo, es fácil que me diga ¿Pero no te fías de tus hijos? ¡Bendita inocencia! es lo primero que pienso yo según habla. Pues no, no me fío y por eso es frecuente que les llegue un whatsApp de recordatorio cuando están en situaciones “de peligro”: Acordaos de no quedaros solos en ese chalet, por ejemplo. Un día al llegar a casa uno de tus hermanos me dijo: “Mamá, me molesta que me pongas esos mensajes… pero tranquila que cuando yo tenga hijos creo que haré lo mismo“.
Y es que de vuestra cabeza me fío, pero de no de vuestra fuerza de voluntad . Como tampoco me fio de la mía. Porque, a ver, yo lo tenía claro de joven pero si hubiera estado a solas en una casa con papá, con una o varias copitas y demás… pues posiblemente un día u otro hubiera pasado lo que no queríamos y eso que bien claro lo teníamos los dos.
Son las mismas normas de prudencia que tenemos que cuidar los casados en los viajes de trabajo. Por muy enamorados que estén de su mujercita o maridito del alma, tomando unas copas a solas y con una persona interesante pues no sabemos qué puede pasar.
Vivir así el noviazgo Antón, no es fácil: es dificilísimo, diría yo. Pero merece la pena. Ya lo sabéis, pero en la medida que vayáis creciendo lo entenderéis todavía mejor y estaréis siempre orgullosos de vosotros mismos y de vuestra pareja. Porque esto sí que es ser superhéroes, superhéroes de carne y hueso.
Muy pocos son capaces de entenderlo y vivirlo. A veces es su respetable elección, pero ¡Qué pena más grande cuando sencillamente no han oido otra cosa!
Del Blog Queridos hijos de Conchita Pascual a la que agradecemos su colaboración