Me apunté al voluntariado por el simple hecho de desconectar un poco de mi entorno y por ayudar algo a los demás, por sentirme bien, pero lo vivido esta semana ha sido indescriptible y único.
Primero empezó como un voluntariado para niños con discapacidad pero al final, por unas cosas y otras, ha sido una semana de convivencia, pintura, personas mayores y FELICIDAD en definitiva.
Llegamos el primer día y fuimos al convento de las Hermanas de la Caridad a que nos dieran instrucciones de lo que debíamos hacer, nos enseñaron el convento, pobre, humilde pero lleno de amor.
Nuestra misión era pintar alguna zona del convento, limpieza y sobre todo y lo más importante cuidar y dar vida a los ancianos de allí, que tanto lo necesitaban!! De esta última tarea se encargaron las niñas, las personas más entregadas y con más cariño y amor que he visto nunca.
Teníamos tiempo para todo, para ayudar, divertirnos, cantar, hablar y conocernos, encontrar a Dios en todo momento, rezar y para descubrir el verdadero sentido de la vida.
La gente con la que he compartido esta experiencia poco a poco se fueron transformando de compañeros a amigos, y de esto último a familia, familia con la que espero estar unido siempre y con la que espero aprender de ellos todos los días de mi vida!
Sólo puedo decir que de ellos he aprendido cosas que de no haberlos conocido estaría ciego en mi vida.
De las hermanas de la caridad he aprendido la entrega, el desprendimiento, la humildad, su servicio ejemplar y su ejemplo de vida.
Manuel, de ti he aprendido la Felicidad y la entrega a Dios por completo. Blanca, de ti la Espiritualidad más profunda. Pura, de ti la humildad y la preocupación por los demás. Adri, de ti la organización y el ejemplo que has dado. Ángel, de ti tu manera de evangelizar y de hacer apostolado. Marina, de ti tu sinceridad y diversión; VISTIMA TU. Ale, de ti he aprendido la amistad, tu capacidad para querer a tus amigos. Eva, de ti tu disponibilidad ante todo y tu agradecimiento por todo. Rebe, DIVA TU, me has enseñado lo que es la alegría y el reír. Javi, amigo, de ti he aprendido el perdón y el volver a comenzar. Gabri, de ti tu inocencia y bondad capaz de ablandar y derretir hasta el corazón más frío de la tierra. Mery, de ti el cariño y amor que has demostrado y transmitido a todo el mundo al que te has acercado. Carmen, de ti tu capacidad para hablar de cualquier cosa, tu dulzura y esa sonrisa que llevas a todos lados. Y María, de ti qué decir, cordobesa, en ti he visto todo reflejado, una mujer de los pies a la cabeza.
Pues bien todo esto es lo que gracias a Dios he recibido en el voluntariado y puedo decir, como dice la canción, que «de ellos aprendí».
En estos 5 días he conocido mejor y de manera más profunda a todos estos amigos que a gente con la que llevo tratando toda la vida y eso me ha cambiado.
Gracias de todo corazón y sobre todo gracias a Dios por poner en nuestro camino gente tan bondadosa, entregada y ejemplar.
Puedo decir que he vivido por un tiempo muy corto la FELICIDAD, porque en cada minuto que he pasado allí he visto de una manera o de otra a Dios y a mi prima Mariquilla ayudándonos a todos a crecer como personas: en la cara de las monjas, los ancianos, haciendo la comida, limpiando, pintando … y sobre todo, en todos y cada uno de los amigos que me han acompañado en esta gran aventura, que hoy sin dudarlo puedo decir que son parte de mi FAMILIA.
En resumen, me quedo con estas 3 frases: «Cada obra de amor, llevada a cabo con todo el corazón, siempre logrará acercar a la gente a Dios», «El trabajo sin amor es esclavitud», «La felicidad no consiste en hacer grandes cosas, sino en hacer pequeñas cosas con un gran amor», Sta. Madre Teresa de Calcuta.
Muchas gracias a todos.
Alfonso Ruiz Lorite