En internet, a diario nos reunimos millones de personas: compramos, recibimos información, nos relacionamos por las redes sociales y somos cada vez más los que consumimos ocio o entretenimiento. La Santísima Virgen no es ajena a esta nueva forma de vida. La delicadeza de María no se ha hecho esperar, se ha desbordado su ternura por este nuevo medio, impulsando el nacimiento de su primera espiritualidad mariana: Reina de la Infancia Espiritual. Esta característica es pionera en la historia de la Iglesia, como pioneras son las herramientas con las que contamos en el siglo XXI.
Los primeros devotos de la nueva espiritualidad mariana en tan solo dos años ya se encuentran interconectados por el mundo entero: San Francisco, Miami, Tucumán, Jaén, Bogotá, Buenos Aires, Calgary, Madrid, Versalles, Rio de Janeiro, Veracruz, Benavides, Puebla, Texas, Málaga, Helder… son ciudades desde las que ya se difunde por internet el nuevo título invocando a María.
La Reina de la Infancia Espiritual se introduce en nuestra historia para recordarnos que debemos conservar la sencillez, inocencia, mirada limpia y alegría que nos ha acompañado en nuestra edad más temprana, la primera infancia. El ser humano no puede dejarse arrastrar por una cultura hipersexualizada que internet facilita hasta la adicción, privando al hombre de su anhelo de felicidad.
El mensaje del evangelio “si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18,3) se hace cada vez más necesario en cada whatsapp, chat, messenger, correo, foro, video o web que lanzamos a la red. Ahora Nuestra Madre nos sugiere que la infancia espiritual la pongamos en práctica en un nuevo entorno, el espacio virtual.
Si aceptamos como somos, sabemos que no todo lo que circula por internet nos hace bien, millones de almas se pierden al día por ver o compartir contenidos inapropiados, aceptados por la sociedad como una práctica habitual. Hay que ser muy valiente en internet para navegar con la fortaleza de un niño: salir de los grupos cuyos mensajes rozan la obscenidad, no pinchar enlaces sugerentes que nos conducen hacia la pornografía, buscar ayuda ante la irrupción de un anuncio lascivo, no apostar cantidades de dinero que nunca vuelven…
El hombre en los últimos tiempos ha diseñado dispositivos que facilitan el día a día, los avances técnicos han dado lugar a la revolución digital que llega a las partes más recónditas del planeta. Sin embargo, el mal y el dolor también utilizan estas plataformas para abrirse paso a un ritmo frenético con un único objetivo: alejarnos de Dios.
En este espacio virtual encontramos hijos de María que se apartan de su camino de salvación y el amor maternal de la Santísima Virgen surge entre nosotros. En cada Megabyte, Gigabyte o Terabyte, la Reina de la Infancia Espiritual quiere navegar con nosotros con el objetivo de conseguir un internet digno de los hijos de Dios.
Carmen Margarito
www.reinadelainfanciaespiritual.org