Después de la muerte vendrá el juicio. Y nuestro acusador será Satanás. Jesús también fue juzgado. Lo juzgaron y condenaron los hombres, como a Job, ejemplo de persona paciente ante los sufrimientos, y, por eso, figura del Señor.
El Señor padeció como Job. En su libro, se ve como Satanás ultraja a ese hombre para que ofendiese a Dios. Piensa Satanás que la criatura humana –tú y yo, formados a la imagen de Dios– es una criatura miserable. Eso piensa de nosotros. Nos mira y dice: «¿Estos?»