Ayer contemplábamos a Jesús Sacramentado paseando por las calles de nuestras ciudades y pueblos.
Jesús no sólo sale a ver a los banqueros, catedráticos o políticos, sino a los enfermos, los niños, los drogadictos o los que le rechazan. Jesús sale a saludar y bendecir a todos cruzando los puentes de lo sensato para vivir, no en las zonas seguras, sino en los corazones de barrio.