Hoy tenemos la suerte de entrevistar a Paulina Gosch, Secretaria de la Pastoral de la Juventud de la Archidiocesis de Madrid
Paulina, lo primero es contarnos un poco tu historia personal y ¿Cómo te metiste en este embolado que es la Deleju?
Si somos creyentes y tenemos una mirada de fe sobre nuestra vida, sabemos que nada que nos pasa es casualidad, ¿verdad? Me llamo Paulina, tengo 32 años y soy Misionera Oblata de María Inmaculada. La gente nos conoce como las Oblatas. Vengo de Polonia. En España llevo ya 12 años y tengo que reconocer que los polacos somos muy polacos, pero a mí la mitad del corazón se me volvió español. Cuando tenía 20 años hice una oración al Señor con la disponibilidad que mi vida fuera para Él… y ¡se lo tomó en serio! No pensaba en ser monja, sino servir a la Iglesia, hacer voluntariado y tener una gran familia. Pertenecía al grupo de los jóvenes vinculados a los Misioneros Oblatos cuando vi que mi corazón me pedía algo más… no sólo hacer el bien en la Iglesia sino vivir para Jesús y su Reino. Quería vivir lo que vivían los Oblatos, pero no existía la congregación femenina que vivía el mismo carisma. Y pensaba que alguno de los dos estuviera loco: yo o Él. ¿Cómo es posible? ¿Sientes algo que no hay?
Me fié y Dios estaba abriendo los caminos.
Me enteré que en España desde hacía 9 años (este año cumplimos 22) nació una pequeña congregación de mujeres que se consagraron a Dios y querían vivir el carisma oblato. Me vine. Sin saber español, sin saber lo que era. El Espíritu empujaba y lo que sentía en el corazón era más fuerte que la incertidumbre y el miedo. Quería regalarle a otros el amor que había recibido del Señor. ¿En España? ¿Por qué, no?
¿Y cómo acabé en la Deleju?
En 2015 la delegación quería ampliar su equipo. Se buscaba a una religiosa que pudiera ayudar a hacer un poco de puente entre la diócesis y vida consagrada. También necesitaban ayuda en la preparación de la JMJ en Cracovia 2016. Era un año de prueba para ver luego qué tal.
Creo que no ha salido tan mal, si todavía sigo, jajajaja
Así empezó la aventura…
Seguro que has podido ver y asistir a algunas JMJ, ¿Cuál ha sido tu experiencia?
He participado en la JMJ de Madrid, Cracovia y la última que acabamos de vivir en Panamá. Tengo que reconocer que respecto a la experiencia de la JMJ he vivido una conversión. Porque al principio… no me gustaba.
Cuando vine a trabajar a la Deleju para preparar la JMJ en Cracovia sin decirlo en voz alta me agobiaba mucho la multitud de gente que me iba a encontrar, las colas sin terminar, las noches sin dormir… No pensaba ni en el encuentro con Dios ahí ni en ver al Papa. Estaba centrada en mí misma, claro.
Cracovia cambió mi vida. Dios me encontró ahí donde menos me lo esperaba. En todo ese torbellino que vivíamos. Me quedé impactada por la alegría de los jóvenes, por sus ganas de vivir. Experimenté una Iglesia que quiere llevar la esperanza al mundo que tiene de todo, menos a Dios. Las colas, el cansancio y el no dormir se han convertido en una oportunidad de conocer a fondo a los que me acompañaban y crear amistades verdaderas. Hemos vivido tantas cosas juntos que… o les acabas queriendo o no les puedes ni ver.
“Dios viene a abrir todo aquello que te encierra”- nos decía el Papa.
En Panamá pudimos ver al Papa muy de cerca varias veces. Incluso uno de nuestros compañeros de grupo tuvo la gracia de comer con él en representación de todos los jóvenes de Europa. Fue un gran regalo para todos y lo vivimos muy intensamente.
Vamos… que ahora no me perdería ninguna JMJ más.
Mons. Osoro tiene una gran preocupación por los jóvenes de la diócesis, ¿Cómo le ayudáis desde la Delegación a que muchos chicos y chicas de Madrid descubran que Jesús hoy vive y les ama como acaba de decirnos el Papa?
Carlos quiere estar cerca de los jóvenes. Las vigilias de Adoremos reúnen cada mes a más de 1.000 jóvenes en la Catedral. Este momento de oración de todos juntos delante del Santísimo se ha convertido en un momento privilegiado de encuentro de los jóvenes cristianos de Madrid. Ahí nos sentimos Iglesia.
La misión de la delegación es ser un cauce de comunión entre los jóvenes y su obispo. Organizamos peregrinaciones, vigilias, formaciones y encuentros que tienen como fin apoyar la pastoral juvenil diocesana ordinaria en las parroquias, colegios o movimientos. Muchos jóvenes viven la fe en un grupo concreto. Nosotros estamos para reunirlos a todos y mostrar así más visiblemente el rostro de la Iglesia, que tiene muchos rostros y donde caben diversos carismas. Esto es una riqueza que a veces no es fácil descubrir porque siempre tenemos la tentación de hacer las cosas a nuestra manera. Pero Dios nos sorprende: “(…) En mi casa hay muchas estancias”. Hay muchas maneras de ser testigos del Rostro de Dios. La nuestra creo que es la de ser en nombre del obispo una casa donde los jóvenes puedan descubrir su lugar y aprender a servir a otros como ellos.
Paulina seguro que en la Deleju habéis tenido sucesos y anécdotas de chicos y chicas que al encontrar un lugar de referencia como la Delegación se han reencontrado con la Iglesia, ¿Podrías contarnos alguno de esos sucesos?
A parte de organizar cosas para los jóvenes, reunimos a voluntarios de diferentes entidades para llevar a cabo las peregrinaciones y otros eventos. ¡Es verdad que sin ellos nada podríamos hacer! La delegación cuenta con unos 80 voluntarios para las diferentes actividades que organiza. Algunos siguen y otros cambian cada año. Quizás son ellos los que más experimentan esa realidad de que somos un lugar de comunión. Vienen de sitios diferentes: parroquias ricas y pobres, con jóvenes o sin ellos, con más recorrido en la fe o menos… pero todos abiertos y con ganas a servir a otros jóvenes. Si somos distintos podremos llegar a más gente. El año pasado durante la peregrinación de verano se acercaron a nosotros muchos jóvenes preguntando: “¿Cómo se puede ser voluntario? ¿Puedo formar parte de esto? Me gustaría ayudar…”
Algo habrán descubierto, digo yo.
Creo que la alegría se contagia y la gente tiene sed de unidad… Ojalá podamos despertar alguna sonrisa en tantos rostros entristecidos de este mundo.
¿Cuáles son los próximos planes e ilusiones de la Deleju para este verano y el próximo curso?
Este verano en julio lanzamos la peregrinación a Ampuero, Loyola, Lourdes y Barbastro bajo el lema: “El amor siempre vence”. Todos tenemos alguna experiencia de fracaso en el amor. Pero no hay que rendirse. Queremos invitar a todos los jóvenes a arriesgarse a mirar a María. Con Ella nos ponemos en camino porque Ella nos lleva a Dios. “El amor siempre vence porque Cristo ha vencido” gritó Juan Pablo II a los jóvenes de Chile en 1984. Necesitamos que este grito resuene también hoy.
¿Y el próximo curso? ¡Estará lleno de sorpresas!
A parte de las actividades ordinarias como las Javieradas, Vigilias Adoremos, formación en el acompañamiento se está formando un equipo permanente de jóvenes para los Parlamentos de la Juventud que ayuden a poner en vida las propuestas que surgieron este año.
Os animamos de seguirnos a través de nuestra web (www.deleju.info) y en las RRSS DelejuMadrid.