Soy Elena Presencio, tengo 19 años y soy de Bilbao, aunque ya llevo dos años estudiando en la Universidad de Navarra.
Cuando me preguntan sobre mi voluntariado en Tanzania se me hace difícil contar mi experiencia allí, y se me hace difícil, porque hasta que no lo vives, no te lo crees, porque lo que cuento, no se puede comparar con todo lo que viví y aprendí allí.
Hacer un voluntariado internacional era mi sueño de toda la vida y a pesar de los miedos e inseguridades que tenía al no conocer el país, decidí lanzarme este julio de 2018 con varios amigos de Pamplona. Si TÚ que estás leyendo esto, estás en una situación en la que estaba yo de miedo, dudas e inseguridades… te lo digo en una palabra, lánzate, no lo dudes más, es una entrega que transforma y te hace crecer, pero claro, hasta que no lo vives, no te lo crees.
El viaje empezó en Madrid Barajas, haciendo escala en Dubái y hacia las 12 de la noche llegamos al aeropuerto del Kilimanjaro. El proyecto que hicimos allí fue enriquecedor, estuvimos en varios orfanatos con niños de todas las edades. La idea que teníamos era mejorar los orfanatos y enseñar a los niños. Pero hasta que no volví y asimilé todo, no me di cuenta de todo lo que había vivido, la experiencia me ayudó a ver la realidad de estos países, me ayudó a acercarme a su gente, pero sobre todo me enseñó lo más importante, el valor de una sonrisa, y el valor del querer y sentirte querido. No fueron ellos los que aprendieron, fuimos nosotros, pobres de corazón y de alma, los que aprendimos de ellos.
He aprendido a no tener miedo y a querer, querer mucho. Dejarse llevar y dar el 101% de uno mismo. Darse a los demás es una entrega que transforma, que te llena a nivel personal y que te hace sentirte feliz de verdad.