Hoy, mi alegría es inmensa. Y dura por siempre, como la de aquellos hombres que aparecen en el Evangelio, y han presenciado la Ascensión del Señor. Ese es el acontecimiento que hoy celebramos.
Como ellos, yo lo vivo después en mi vida ordinaria, a cada instante, en cada oficio u oportunidad que tengo. Lo dice en el Evangelio: «Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios».
Madre, no dejes de llevarme a Jesús.