El Señor hoy me avisa, me advierte de lo que está por venir. No he de tener miedo. Me acompaña la mejor de las compañías: el Espíritu Santo de Dios. Es la tercera persona de la Santísima Trinidad, y está allí para llevarme las palabras de Jesús de nuevo al corazón, y para dar por Sí mismo testimonio del Hijo.
María, Madre mía y madre de Dios, llévame a Jesús y ayúdame a comprender a tu esposo, que es el Buen Espíritu, el Soplo del Padre, el mismo Amor de Cristo hecho Persona. Amén.