«Es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo hago».
Tras meditar esta oración tuya, Señor, ¿cómo puede faltarme afán apostólico? ¿Cómo puede la pereza sobreponerse a un mandato tuyo, una invitación seria a difundir la Verdad que es tu Vida?
Señor, recibo tu paz, sabiendo que no es la del mundo. No esperando nada mundano, cómodo o conocido, sino abierto a Ti. Te amo, Señor, y sé quien eres. Déjame hablar contigo, mirarte, cada día, a cada rato.