Hoy, Jesús se manifiesta como lo que es: la Luz del mundo. Quien le conoce, no camina en tinieblas, porque cuando voy a Él, no le veo a Él -solamente-, sino al Padre.
El Papa Francisco me regala una reflexión sobre Jesús. He de ponerlo en el centro de mi vida. Y para ello, necesito conocerlo. Especialmente, a través de la Oración personal. También necesito adorarlo, frecuentando los sacramentos y amándolo en mis hermanos. Por último, necesito seguirlo. Lanzarme.
Y tú, ¿te atreves?