Jesús me repite estos días que es el único Pan de Vida. He de admitirlo. Él es el Pan que da la vida eterna. Él es el Amor, la fuente de agua viva. Él me ha salvado pensando en mi nombre y mis apellidos, sacrificando su vida entera y su misión.
Jesús se compromete conmigo a llevarme al Padre. Nadie ha visto al Padre -dice hoy- salvo el que está junto a Dios.
Señor, hoy te lo pido. Desde mi amistad, mi humildad, mi sencillez: llévame al Padre, y déjame beber de tu fuente y comer de tu Cuerpo. Porque me has dicho: «Yo soy el Pan de Vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed».