«Yo soy el Pan de Vida. El que venga a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed». El Señor, el día de hoy, nos promete que Él nos resucitará. Nos dará la vida eterna, con la sola condición de que creamos en Él.
Jesús ha dado su vida por nosotros. La sigue dando hoy. Hasta la última gota de su sangre es para mi propia salvación. En la Cruz tenía mi nombre en su pensamiento. Con apellidos.
María, ahora que tu hijo ha resucitado, te pido que intercedas por mi salvación. A ti, que eres la criatura más hermosa jamás creada, y has sido asunta al Cielo, junto a la Santísima Trinidad. Ayúdame a darlo todo para que se cumpla la voluntad del Padre, y no la mía.