Hoy tenemos la suerte de poder entrevistar a Ángela Tenorio de la Pastoral Juvenil de la diócesis de Sevilla.
Tengo 28 años. Estudié Periodismo y el máster de Estudios Europeos en la Universidad de Sevilla. Estudio oposiciones y colaboro en la Pastoral Juvenil.
La primera pregunta es ¿Cómo vives tú la Fe?, ¿Puedes contarnos un poco tu experiencia personal?
Como muchos niños dejé de frecuentar la parroquia tras hacer la primera comunión. Recuerdo que en el grupo de catequesis todos los compañeros eran de la misma clase de un mismo colegio, excepto yo. Y nunca tenía ganas de ir. Mi madre me insistió en que fuera a los grupos de post comunión, pero no quise volver. Nunca me sentí acogida. No rechazaba a Dios, creía y lo que me enseñaron sobre Él caló en mí. Siempre tuve inquietud espiritual aunque viviera alejada de la realidad eclesial y me atraía mucho la idea de hacer algún día el Camino de Santiago.
Cuando a los 15 años murió mi abuela, tuve una experiencia de rechazo muy fuerte. Murió como resultado de una situación absurda y lo único que pedía era que se pusiera bien y volviera a casa. A pesar de la tristeza y la incomprensión, no me cerré por completo, mi abuela no podía estar en otro sitio que no fuera el cielo y desde allí me miraba.
Durante los años de facultad nada me acercaba a Dios, sin embargo no sé por qué le daba gracias por contemplar el amanecer cada día desde la ventanilla del coche, de lo temprano que me levantaba para ir a clase, y la oportunidad de estudiar lo que me gustaba. Luego pasé por un momento de dudas y de soledad y me sentía muy triste todo el tiempo.
Al final de la carrera me fui de Erasmus y conocí a varias personas y viví experiencias que con el tiempo he sabido reconocer como migas de pan que Dios me iba dejando en el camino. Y es que el Señor quería encontrarse conmigo en el Camino. Al poco de mi regreso a Sevilla, un día leí un tuit sobre el Camino de Santiago. Un tuit del SARUS, el servicio de asistencia religiosa que ofrecía mi propia universidad y del que nunca me habían hablado. Me apunté y fui con un grupo de 200 jóvenes que no conocía de nada. En el Camino el Señor se hizo presente y transformó mi vida desde ese momento. Al curso siguiente me confirmé en el Sarus. A partir de entonces empecé a vivir la fe en este grupo que forma parte de la Pastoral Juvenil y poco a poco he ido aprendiendo qué significa ser Iglesia y he descubierto las diversas realidades en las que está presente.
Vivo la fe acudiendo a los sacramentos, participando de todas las actividades del Sarus y de la Pastoral Juvenil en las que puedo comprometerme e intentado hacer en mi vida diaria la voluntad de Dios, aunque es muy difícil.
Recientemente ha salido unas encuestas en las que se afirma que cada vez son menos los jóvenes que acuden a la Iglesia, ¿Qué es lo que te ha atraído a ti para seguir viviendo la Fe? Y ¿Cuánta importancia le das a la Pastoral Juvenil en tu vida de Fe?
Yo tuve un encuentro personal con Dios y, desde ese momento, en todo lo que he vivido, para bien o para mal, Dios me ha acompañado. Es como la raíz de todo, de Él mana todo lo bueno que hay en mí: la fuerza, cuando estoy cansada; la esperanza, cuando todo parece que va mal; la confianza, en que Él sabe lo que más me conviene; la constancia y la persistencia para no abandonar aquello que parece perdido… Una vez que te encuentras con Dios, no puedes decirle que no. Te puedes enfadar con Él y protestarle, pero no puedes abandonarle, Él siempre está. Siempre es fiel, me ha esperado toda la eternidad, ¿cómo no voy yo a esperarle a Él?
En mi vida de fe, la Pastoral Juvenil me permitió encontrarme con Dios en el Camino de Santiago y, con el paso del tiempo, a través de ella también he podido conocer y acercarme a otros jóvenes y compartir con ellos vivencias muy enriquecedoras, como la JMJ de Cracovia o la peregrinación a Roma del verano pasado, me ha dado una visión más amplia de la Iglesia y, sobre todo, he podido crecer en mi vida de fe y por consiguiente como persona. Los jóvenes tenemos mucho que ofrecer en todos los ámbitos de la vida.
La Iglesia está preocupada por cómo llegar a los jóvenes. En tu opinión, ¿Cómo puede ser más cercana?, ¿Crees que hay una verdadera preocupación por los jóvenes?
La Iglesia solo puede ser cercana acompañando a los jóvenes, viviendo y creciendo con nosotros, preocupándose por nuestra realidad, intentando comprender y guiar al mismo tiempo. Si no, muchos la seguirán percibiendo a través de prejuicios, como un ente abstracto y ajeno a sus vidas.
Parece que al papa Francisco sí le preocupamos los jóvenes y ha querido darnos voz y llamar la atención sobre nosotros con el reciente Sínodo. Sin embargo, lo publicado en la exhortación dirigida a los jóvenes debe hacerse vida en las parroquias, en los movimientos y en los grupos de fe, y eso depende mucho de que los responsables de las parroquias, los grupos, etc. quieran contar con nosotros y tenernos en cuenta mediante acciones concretas.
En el evangelio vemos a Jesús con los niños, los enfermos, los pobres y los jóvenes. A todos les alienta y cura sus dolencias ¿Por qué hoy cuesta que llegue ese mismo mensaje a los chicos y chicas de tu edad?
Para llegar a los jóvenes hay que dirigirse a ellos de igual a igual, y los hechos dicen en la mayoría de las ocasiones más que las palabras. No solo los escándalos gravísimos que han salido a la luz y a los que se debe denunciar y poner fin para que nunca más vuelvan a producirse causan aversión y rechazo, sino que muchas veces las hipocresías e incoherencias de los cristianos enturbian el mensaje del evangelio. Un joven para creerse el mensaje debe ver que los jóvenes que dicen creer en él, viven según él. Hay que creérselo de verdad. Si no nos lo creemos ni ponemos en práctica los que vamos a misa los domingos, ¿cómo vamos a llevar el mensaje a los alejados?
Hay muchos chicos y chicas que escriben a nuestra web pregunta por una comunidad de referencia, ¿Crees que es necesario un lugar donde se viva la Fe?
Creo que tener un grupo de referencia es fundamental para vivir la fe. El cristianismo no existe si no es en comunidad. Mi fe es el amor a Dios y al hermano. La ausencia de uno de los dos lo convierten en una ONG o en pensamiento filosófico. Mi salvación no es la mía, es la de mi comunidad. Yo crezco en la fe con mis hermanos, yo me salvo con mis hermanos y, a la vez, yo contribuyo a su crecimiento y salvación. Muchos jóvenes que van creciendo pero cuyas circunstancias no han cambiado tanto, como es mi caso, observamos con preocupación que no existen muchas opciones.