Hoy, el Señor se explica. Explica a los judíos su persona y su misión, pero ellos no le entienden. Ojalá yo le entienda cada día, cuando se muestre en la Eucaristía. Que esté alerta a cada instante, para configurarme por fin en Él, con su mansedumbre y su tesón apostólico.
Desde la libertad de los Hijos de Dios, hoy podemos buscar a Jesús, encontrar a Jesús, amar a Jesús. Él se nos ofrece en todo momento para nuestra libertad. Para la libertad más amplia. Por eso, he de evitar apedrear al Señor con mis pecados.
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».