¡Menuda lección me da hoy Jesús en el Evangelio! ¡Qué maravilla! Es ejemplar la actitud del Señor cuando hoy está siendo increpado, molestado y cuestionado por los fariseos. ¿Acaso yo sería capaz de defender mi fe, mi misión o mi vocación, ante esta incomprensión?
De seguro, podría, si viviera con el corazón puesto en Cristo y el alma salvaguardada entre las manos del Padre. Podría si pidiera la intercesión de Nuestra Madre, María. Podría si diera un paso adelante en mi entrega.
Como muchas veces no es fácil, me dice el Señor: «El que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8, 12).