El evangelio de hoy es maravilloso. En él, Nuestro Señor nos muestra su infinita misericordia, aquella de la que habla el Papa a menudo.
Y es que la dimensión de perdón que encierra Jesús y su mensaje -que son inseparables- es extraordinaria, inconmensurable.
Ojalá, Señor, sea yo capaz de imitar a diario tu capacidad para disculpar nuestro pecado. Ojalá sepa algún día ver con tus ojos a mis hermanos. Ojalá pueda rezar con verdad: «Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden».