Señor, deseo ser tan libre como Tú. Deseo ser tan valiente como para asumir la misión que me has encomendado con la fortaleza y el tesón con que Tú mismo asumiste la misión que te había encomendado el Padre.
Señor, deseo serte siempre fiel. Deseo desagraviar todos los males que has sufrido por mí y solo por mí. Cada latigazo con mi nombre, cada mazada en mi beneficio, cada gota de sangre para mi Salvación.
Concédeme la oportunidad de amarte. Te pido, con John Henry Newman: «Señor, ten piedad de mí».