Ahora entramos en la segunda parte del Padrenuestro; hasta ahora hemos hecho tres peticiones de bienes espirituales que se resumen de la siguiente manera: que el Señor reine, que se haga lo que Él quiera, que todos lo reconozcamos como verdadero Dios y Padre infinitamente misericordioso,¡qué bonito y qué verdadero! Y ahora vienen cuatro peticiones más «terrenales», que no dejan de ser divinas porque todo lo humano habla de Dios.
La primera de estas peticiones es: DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA.
DANOS (SEÑOR): Quien pide es quien necesita, por tanto, si suplicamos al Señor es que nos reconocemos mendigos. El que pide pan es un mendigo. ¿Qué tenemos que no se nos haya dado? Por tanto, cada vez que decimos sin pensar «Danos hoy…» realmente estamos reconociendo la dependencia divina, ¡qué fuerte!
HOY: Puede parecer una obviedad pero el Señor nos insta a vivir en el presente, en el hoy. Porque, de hecho, vivimos muchas veces más en el futuro que en el presente, preocupándonos por lo que vendrá, por lo que haremos, por cómo viviremos, etc… que por el presente, por el hoy. Jesús nos coge de la mano para no escaparnos ni al pasado ni al futuro. En el hoy se esconde el secreto de la vida. En el pequeño hoy. Solo tenemos el presente. Esta vida se vive de día en día. PedirLe cada día significa abandonarnos en Sus manos, fiarse del Señor, vivir providencialmente. ¿Cuántas órdenes religiosas viven de la Providencia?
¿Qué es lo que realmente, realmente necesitamos HOY?
NUESTRO: Mi pan no es mío y solo mío, sino que el Señor nos regaló la tierra entera para que la hiciéramos fructificar, pero el Señor sigue siendo el verdadero dueño, por tanto, nuestra comida no es solo nuestra, sino de todos. Por eso, «nuestro pan» hace referencia a todos los hombres. ¿Cómo comemos? ¿Cómo compartimos nuestra comida? ¿Nos preocupamos de que nuestros vecinos no les falte de comer, de lo que también les pertenece? Con aquello que me dé, que yo también pueda ayudar a los que más lo necesitan. El «pan nuestro» pone a prueba nuestra vida de cristianos.
PAN: ¿A qué pan se refiere el Señor? Podemos entenderlo como la comida material para poder entregarse pero también como la Eucaristía. ¿Qué pan es el que verdaderamente necesitamos cada día, cada día? La Eucaristía, lo indispensable para la vida cotidiana. ¿Realmente vivimos necesitados de la Eucaristía? ¿Cómo la cuidamos? ¿Cómo la deseamos? Jesús dice de sí mismo más de una vez:
«Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo. Quien coma de este pan, vivirá para siempre. El Pan que yo les daré es mi Carne para la vida del mundo» (Jn 6,51); «Mi Padre os da el verdadero Pan del cielo» (Jn 6,32); «Yo soy el Pan de vida» (Jn 6,35).
Pidámoselo todo al Señor, pero ¿qué es todo? ¡Él mismo, la Eucaristía! ¿Queréis pedir de verdad? ¡Pedidlo todo! Jesús nos enseña a pedirlo ¡TODO!
Que pongamos el corazón en lo verdaderamente importante y necesario y dejemos a Dios ser Dios.