Hoy, el Señor me sorprende con la primera revelación de su pasión, de sus sufrimiento. Además, me pregunta directamente: «Y tú, ¿quién dices que soy yo?». Jesús, que sepa responderte con gracia, audacia y acierto hoy y siempre. Desde este instante cada día, para que te dé gloria con cada acto, con cada obra.
Gracias, Señor, por revelar estas cosas de la Verdad a gente tan sencilla como yo, gracias. Tu sueño es que seamos felices, y si para ello tienes que sacrificarte, yo solo puedo agradecértelo. No puedo, como Pedro, decirte lo que tienes que hacer.