Hoy comienza el Adviento que, como sabemos, es tiempo de preparación pero también de anuncio. El primer anunció lo contemplamos en el segundo misterio Gozoso: la visitación.
María conoce en la visita de San Gabriel que su prima Isabel se ha quedado embarazada de forma milagrosa y, sin mediar palabra, acude a ayudar a su prima. María cuando llega a Ain Karim se encuentra a Isabel que al saludarle se llena del Espíritu Santo, como dice la Sagrada Escritura, y le dice: Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu seno.
Es el primer anuncio de que llega la Salvación y María no le dice: prima, calla que de esto no se puede enterar nadie, que me da vergüenza que se sepa que voy a ser la Madre de Dios
Hace muchos años, estando en el Colegio, uno de la clase había pedido la admisión al Opus Dei y empezó a ir a Misa todos los días. Y un día, otro de la clase, le preguntó: Oye, ¿Tú te has hecho de la Obra? Y el otro le contesto: que va tío, yo de esos…paso.
¿Por qué nos avergonzamos de ser hijos de Dios? ¿Por qué al salir por las puertas de la Iglesia los domingos me olvido de lo más grande que tenemos que es ser hijo del mejor de los padres?
Mira el filósofo Celso, en los primeros años del cristianismo, acusaba a los cristianos de aprovecharse de su profesión –zapateros, maestros, lavanderos– para sembrar en la sociedad entera la semilla del evangelio.
Hoy no faltan ejemplos como el de Pilar. A ella le conocí hace muchos años en Madrid y ya decía que cuando fuera mayor quería ser una buena matrona. El viernes me escribió y me contó lo que le había ocurrido en la consulta el pasado jueves.
Entro una chica de 24 años con un papel en la mano que dice: estoy embarazada y quiero abortar. Y en esos momentos empieza a llorar desconsoladamente. Pilar la miró y le dijo: tú no quieres abortar. Mira, le dijo la chica, trabajo por las noche sirviendo copas en una coctelería, me acaban de hacer fija y me he quedado embarazada y vomito cuando las huelo: he dejado el trabajo y he encontrado otro mejor para mi embarazo pero cuando se lo he dicho al jefe me ha dicho que no firmo, que su mujer ha abortado 2 veces y que si le llevo el justificante del aborto me contrata. Yo quiero ser madre pero no puedo. Entonces Pilar, que es muy buena cristiana, le dice: Si tuvieras una salida, aunque fuera mínima, ¿Qué harías?…termina la consulta, sale por la puerta de la consulta, se para da medía vuelta y esta chica le dice a Pilar: ¿Te puedo dar un abrazo?
Avergonzarse un cristiano, ¿De qué? ¿De hacer el bien? ¿De difundirlo? ¿De querer lo mejor para los demás que es la vida eterna?
Vamos a dejarnos de complejos tontos. Vamos a salir a la calle, con la cabeza alta, y proponer –sin imponer– la Grandeza de ser hijo de Dios, ser Templo del Espíritu Santo.
María no le dice a su prima Isabel que se calle sino que exclama: Proclama mi alma las grandezas del Señor.
Gracias Madre porque tú siempre dijiste que Sí.