Entrevistamos a Tomas Jesús Marín Mena que acaba de recibir el primer premio a Ensayo Teológico Joven.
Tomas, ¿Qué hace un chico de 25 años estudiando Teología? ¿Has tenido fe siempre? ¿Cómo ha llegado hasta aquí?
Empecé Teología porque estuve durante cuatro años y medio con los Misioneros Claretianos. Descubrí que mi vocación no estaba ahí, sino como seglar pero no veía la razón para dejar a medias la Teología. Todos los cristianos hemos de dar razón de nuestra fe y nuestra esperanza, cada uno en la medida de sus posibilidades. En mi caso, que soy muy reflexivo, considero que puedo hacer un servicio decente formándome en Teología para compartir con otros la fe cristiana de manera razonable. Tras más de dos años como laico he terminado el Bachiller en Teología y no me gustaría dejar de ahondar en los misterios de la fe, por eso estoy empezando la Licenciatura de Teología.
Siempre he ido a misa los domingos en familia y casi siempre fui a catequesis. Sin embargo, creo que acogí libremente mi ser seguidor de Jesús a los 16 años. Entonces empecé a orar, a abrirme a la presencia de Dios en la realidad, especialmente en los pobres.
He llegado hasta aquí después de haber vivido hasta los 18 en Don Benito (Badajoz), habiendo sido un chico bastante normalillo, que comienza Ciencias Políticas y Derecho en Sevilla y que a los pocos meses lo deja para irse a vivir con los claretianos. Tenía 19 años cuando inicié el noviciado y 21 cuando hice mis primeros votos temporales. A los 23 decidí seguir fuera de la Congregación. Mi época en los claretianos fui muy bella y feliz, aprendí muchísimo sobre la vida, sobre mí, sobre la Iglesia, sobre la relación con Dios y la misión. Estoy muy agradecido. Y los dos últimos años me los he pasado entre las facultades de Teología y Filosofía, muy receptivo al mundo secular desde mi raíz evangélica, en el estudio y en el compartir con otros. He dedicado más tiempo a dimensiones de lo humano que en una comunidad religiosa no podía desarrollar.
Acabas de recibir el primer premio de Ensayo Teológico Joven con la obra “Fidelidad a Cristo, fidelidad a la tierra”. El título es muy sugerente ¿Qué me puedes contar de ella?
El título insinúa el objetivo de mi ensayo: contar razonadamente que siendo fiel a Cristo cualquier ser humano también está siendo fiel a la tierra, si es realmente fiel a Cristo. La fidelidad a Cristo es otra manera de decir la fidelidad a la tierra. Pisar la tierra, este mundo, sin vivir en las nubes y sin pensar en el cielo futuro antes de tiempo es una dimensión fundamental de la fe cristiana. Otros asuntos que se incluyen en la noción de “fidelidad a la tierra” y que se desarrollan a lo largo de mi ensayo son el cuidado de la naturaleza, así como el ensalzar todos los aspectos de la condición humana que a veces han sido vistos opuestos al cristianismo: el goce de la belleza de la vida, la corporalidad y la creatividad. Intento llevar eso a cabo mediante un diálogo con algunas de las inquietudes contemporáneas de la filosofía.
Dicho de otra manera, trato de mostrar al lector cristiano que nuestra fe nos lleva a la fidelidad a la tierra, y al no cristiano que en Cristo encontramos al ser humano pleno y al fiel a la tierra por excelencia, por lo que podría abrirse a Cristo como camino, verdad y vida.
Actualmente estás en la universidad estudiando Filosofía ¿Cómo está el ambiente? ¿De qué manera están presentes los jóvenes cristianos?
En la carrera de Filosofía nos concentramos muchos “frikis” en el sentido intelectual, existencial y social. La gente que estudia filosofía tiene una gran aspiración de autenticidad y alguien que esté atento se encuentra una gran variedad de respuestas a esos anhelos de verdad y justicia. Todo esto es muy interesante para intuir cómo ha de situarse la Iglesia en nuestro mundo hoy.
¿Cristianos en filosofía? En Granada prácticamente nadie. La presencia cristiana en la Universidad, a mi modo de ver, es bastante irrelevante. Me refiero a la capacidad de influir evangélicamente allí donde todo el mundo va. Desgraciadamente en el campo de las Humanidades creo que el porcentaje es menor aún, o esa es mi percepción. Por ejemplo, muy pocos alumnos de colegios religiosos estudian carreras de Humanidades. No entiendo el porqué de este desprecio del laicado eclesial por la cultura humanística. La Iglesia antaño se ha destacado por cultivar mucho las Artes, las Humanidades y la Filosofía. Si no hay cristianos bien formados, reflexivos y críticos en esos ambientes, otros estarán por nosotros. La sociedad se transforma desde la calle, los barrios, los comportamientos cotidianos y, por supuesto, desde las escuelas y universidades.
He visto que te interesa el tema del ecologismo ¿En qué sentido? Explícame esto.
Una inquietud primordial de mi ensayo es el ecologismo, que no es algo extraño al cristianismo. La sensibilidad cósmica es un elemento constitutivo de la espiritualidad cristiana. San Pablo ya decía que todo fue creado por Cristo, todo se mantiene en él y que toda la creación tendrá su plenitud en Cristo (Col 1, 16ss), incluso los evangelistas veían las repercusiones cósmicas de Cristo en los relatos que presentan a Jesús dominando las aguas. Si Jesucristo es el Señor del Universo, si Dios ha encomendado a los seres humanos el cultivo y cuidado de la Tierra (Gn 1-2), nuestra vida cristiana no puede obviarlo.
La fe cristiana es “verde”. Ello ha de estar presente en nuestro modo de orar y pasear; cuando celebramos la eucaristía, lo que estaba muy claro en la Iglesia de los primeros siglos; en nuestra manera de comprar y a la hora de comer porque puede haber mucho sufrimiento y desequilibrio ecológico detrás de lo que comemos; en el modo de transportarnos y en nuestra manera de pensar la política. Necesitamos una ascesis del deseo para comulgar con la naturaleza por medio de Cristo: consumir menos y de manera más sostenible. La felicidad que sueña Dios para el mundo incluye a las criaturas no humanas, y nosotros somos especiales servidores en esta misión.
Participas en la Juventud Estudiante Católica (JEC) ¿Nos puedes explicar qué es y cuál es tu labor ahí?
Se constituyó un pequeño grupo en Granada de la JEC hace dos años y yo estoy desde entonces. Nos reunimos semanalmente para mirar en común nuestras vidas de jóvenes y estudiantes desde el Evangelio. Queremos ser cristianos que vivan con intensidad el Evangelio, queremos meter a Cristo en nuestros asuntos ordinarios y en nuestra forma de contemplar la realidad. Funcionamos principalmente desde la revisión de vida comunitaria (ver, juzgar, actuar) y poniendo en marcha algunos eventos para tener algún impacto hacia fuera. Soy el “responsable” de la JEC en Granada, lo que significa que soy uno más del grupo que también participa de vez en cuando en las actividades de la JEC de toda España.