El Papa, con motivo del Sínodo de los jóvenes, nos propone la Santidad como el camino que lleva a la profunda felicidad. Los jóvenes, como ya dijo el Santo Padre, estamos llamados «a cosas grandes» y por ello, desde Jóvenes Católicos, te proponemos la figura de Santa Teresa de Lisieux, también conocida como Teresita o Teresa del niño Jesús. Esta joven, nació en Francia y con solo 14 años, entró al Carmelo. A pesar de su corta edad, escribió el libro Historia de un Alma, y con él se convirtió en Doctora de la Iglesia Católica.
Dios hizo de esta joven santa, que murió con solo 23 años, una profunda historia de Amor. Teresita descubrió el camino de la pequeñez como «ascensor» a los brazos de Dios, es decir, se sirvió de sus debilidades y flaquezas para acercarse a Dios. “¡El ascensor que ha de elevarme hasta el cielo son tus brazos, Jesús! Y para eso, no necesito crecer; al contrario, tengo que seguir siendo pequeña, tengo que empequeñecerme más y más.”
Esta pequeña santa tiene la clave para la felicidad: «Voy a pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra».
Pero, ¿Cómo hacer el bien? ¿Es posible hacerse pequeño?
La clave está en las cosas pequeñas. No es necesario hacer grandes obras para Dios, Teresita descubrió que en las pequeñas cosas se puede poner Amor. Es más, a Dios le gusta eso porque, en muchas ocasiones, es más complicado poner Amor en cosas simples como ayudar a un compañero. Esta santa se dio cuenta de que «Lo que agrada a Dios de mi pequeña alma, es que ame, mi pequeñez y mi pobreza.» ¿Por qué? Porque es ahí donde Dios se puede encontrar contigo y conmigo. Es en la fragilidad donde Dios quiere hablarnos, más que en los éxitos o hazañas. Simplemente, el verse débil, es una manera de acercarnos a Él para pedirle ayuda.
Jesús ya decía: «Os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.» ¡Si es que E¡esta Santa dio en el clavo!