Coincidir con ellos conlleva risas aseguradas. Son gente simpática, alegre y muy divertida. Te los encuentras en los mejores planes, digamos que tienen la habilidad de “montárselo bien” siempre. Al final, un gordo espiritual se caracteriza, primero de todo, por ser experto del tiempo libre y disfrutar de la vida. Esto en un grupo de amigos se valora mucho!
Ahora bien, hay muchos factores que pueden mermar estas capacidades, y a todos nos pueden influir, que es lo que está pasando con mucha gente buena como la descrita. Porque aunque no hagas nada malo con tu vida, es más, aun haciendo muchas cosas buenas y divertidas… ¡hace falta algo esencial para Vivir Feliz!
Un gordo espiritual es aquél que lo pasa bien pero que no mira más allá. Cuando en todos tus fines de semana haces mil planes pero no te has parado a pensar en tu familia, en tu compañero pesado de clase, en el amigo que organizó la última barbacoa y al que no ayudaste a recoger, en que puedes mejorar la sociedad… te estás perdiendo algo. En definitiva, te estás perdiendo a ti mismo: tu capacidad de reconocer al otro, de compartir con los demás, de hacer felices a los que te rodean! Una capacidad que o se entrena o va desapareciendo poco a poco. Sin saberlo ni quererlo, nos hacemos gordos: gordos espirituales.
No se trata de dejar todo lo que hacemos. Es más, ojalá abunden los expertos en el tiempo libre! Pero que no se lo guarden, que se den con lo que tienen a los demás, sin excluir al pesado, al colgado: manteniendo el corazón atento!
“Todo lo que oí de mi Padre os lo he hecho conocer” (Jn 15, 15). Jesús no se reserva nada para sí mismo, todo el amor que recibe de Dios lo derrama sobre nosotros! Que no nos apartemos de Él, seamos fieles a la oración diaria: el mejor gimnasio para empezar a adelgazar.