Más de una vez nos hemos frustrado porque no escuchamos la voz de Dios. Es cierto que en nuestra historia, hay épocas de Desierto que son necesarias para una maduración en la fe. Sin embargo, hay jóvenes que intentamos buscar, sin querer, el Amor en lugares dónde es imposible que se encuentre.
Si te das cuenta, buscamos afecto a todas horas, y es normal, eres humano y lo necesitas. Necesitamos sentirnos amados, queridos e importantes. Pero, ¿Alguna vez has tenido la sensación de que nunca es suficiente?
Muchas veces esperamos más de lo que recibimos y eso es porque Dios está ausente. El afecto que obtenemos de ahí es un tanto «mediocre» sin que nos demos cuenta. Es muy poco probable que encontremos el AMOR en mayúsculas en Instagram y en los likes de los seguidores, en las fiestas, en las series de televisión o en la fiesta y el alcohol. Pero por una sencilla razón y es que la sociedad nos vende una felicidad irreal. Es muy fácil dejarse llevar y venderse a esto cuando tus compañeros de clase te invitan a hacerlo.
Pero te vamos a dar una buena noticia. ¡Eres libre! La libertad de Cristo es tu libertad. Nosotros, como jóvenes y cristianos, tenemos la misión de mostrar el Amor y la felicidad que hemos recibido de Cristo al mundo entero, a los jóvenes sedientos de amor que tenemos en nuestro entorno. Un Amor que te lleva a vivir en libertad las relaciones con tus amigos, con tu cuerpo, con tu historia.
El Papa, con motivo del Sínodo de los Jóvenes, ha dado un par de claves para encontrar a Dios, al Amor: “Dios habla ahora en las relaciones. No te encierres en ti mismo, sino confía en Él, confía todo a Él, búscalo en la oración. Entenderás que Jesús cree en ti más de lo que crees en ti mismo, que te ama más de lo que tu le amas. Él te espera allí, en la puerta del corazón. Comparte experiencias fuertes. Vive la Iglesia: forma un grupo, lánzate sin miedo a lo que es bello: un paseo, una peregrinación, encuentros de oración, un servicio hecho junto a quien tiene necesidad”.