Y tú, ¿de quién eres? De María de Nazaret

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Transcribo, esta carta, que publica La Voz de los Obispos, del Señor Obispo de Barbastro-Monzón, Mons. D. Ángel Pérez Pueyo, sencillamente porque es preciosa:

Domingo 9 de septiembre de 2018

Mi infancia, imagino que como la vuestra, estuvo asociada a la imagen de la patrona de mi pueblo, la Virgen de la Oliva. No hacía falta entrar en la iglesia para guiñarle el ojo, santiguarse o rezarle un ave maría o la salve. Bastaba con asomarse por el ventanuco. Rara era la vez que no encontrara alguien asomado. Hace cuatro años me tocó esperar unos minutos. ¡Pareciera como si el reloj se hubiera detenido! Afortunadamente, no tenía prisa… y aguardé pacientemente mi turno. Al girarse y descubrir mi presencia aquel abuelo con los ojos brillantes y enrasados me dijo: ¡su mirada diaria me sigue sosteniendo! Asentí. Y permanecí callado. Al mirar el rostro de María, comprendí lo que quiso decirme…

Durante la visita que he ido haciendo a cada pueblo de la Diócesis, pero sobre todo en la romería de las vírgenes de la Ribagorza, he podido comprobar el cariño y devoción que nuestro pueblo tiene a la Virgen, bajo la advocación propia de cada lugar.

¡Cuánta deuda de gratitud con María de Nazaret! ¡Es tan dura y, a veces, tan injusta la vida…! Desde nuestras propias coordenadas humanas ni sabemos ni acertamos qué es lo que más nos conviene. Quien más quien menos lleva en su rostro marcadas las cicatrices que la vida le deja:

¡Quién no ha experimentado en carne propia, en alguien de la familia o cercano, los zarpazos de alguna enfermedad inesperada o incurable…, o la muerte de un ser querido!;

¡Quién no ha experimentado en carne propia, en alguien de la familia o cercano, la impotencia de no conseguir un trabajo digno, estable y justamente remunerado…!;

¡Quién no ha experimentado en carne propia, en alguien de la familia o cercano, cómo las relaciones familiares son cada vez más débiles y quebradizas…!;

¡Quién no ha experimentado en carne propia cómo nos vamos sumergiendo en una sociedad cada vez más individualista, consumista, excluyente…!;

¡Quién no ha experimentado en carne propia cómo nuestro mundo se siente amenazado por el terrorismo y se halla sumido en una crisis ecológica, política, económica, de valores profunda…!;

¡Quién no se ha sentido a veces manipulad@, teledirigid@, cosificad@ por el trabajo, la eficacia, la producción… y se da cuenta de cómo se olvida o se renuncia a la ternura, a expresar los sentimientos, a aceptar las diferencias, a vivir desde el amor, la libertad, la autoafirmación personal, a potenciar las relaciones con los otros y con Dios…!

Las personas nos sentimos DESHABITADAS: perdidas, desorientadas, solas, vacías interiormente. Sentimos una gran necesidad de armonía, de equilibrio, de reconciliación, de autoestima, de aprecio, de cariño…

¿Será por ello que los hijos del Alto Aragón, como pudimos comprobar en la romería del sábado pasado, han logrado entender en profundidad el MISTERIO de su amor redentor y dirigen su mirada confiada a María? Efectivamente en María de Nazaret, en sus múltiples advocaciones, descubrimos a Dios. Dios no se ha desentendido de la vida de los hombres y de las mujeres de este mundo. Tampoco de tu vida. Dios mismo ha bajado a pie de obra para decirte: ¡te amo! ¡Quiero que seas feliz! ¡Te necesito y cuento contigo para hacer un mundo más solidario, más justo, más humano, más fraterno…!

En María de Nazaret, encontramos no sólo gracia y regalo sino también el bálsamo que alivia o cura nuestras heridas y, sobre todo, la señal que nos conduce hasta Jesús para redescubrirnos hijos de un mismo Padre y hermanos unos de otros y liberarnos de cualquier esclavitud

¡Paradójicamente aquella ofrenda al hermano se multiplica como don en vuestra vida y la llena de plenitud y sentido! ¡Qué distinto se perciben entonces el dolor de los enfermos, las dificultades de los pobres, las inquietudes de los jóvenes por su futuro, la soledad de los ancianos…!

No es extraño que entonces os pregunten como a mí cuando llegaba a mi pueblo: “y tú, hijo mío, ¿de quién eres?” Porque vuestro rostro os delatará. ¡Qué orgullosos os sentiréis al contestar: “Yo, de María de Nazaret! Esto es, de ese puñado de hombres y mujeres que configurados con Cristo Redentor son hoy para el mundo expresión de la ternura de un Dios cuyo hogar ya no es una casa, ni un pueblo, ni un país, sino el corazón de cada persona donde se establece el verdadero encuentro. Encuentro con el hermano. Y en el hermano con Dios. Esta es nuestra tarjeta de identidad, nuestra mejor carta de recomendación.

¡Cómo poder corresponder a tanta GRACIA recibida por medio de María! ¡Cómo no agradecerle que nos haya regalado el don de mirar la vida con los ojos de Dios! ¡Cómo no celebrarlo y festejarlo desde el sentimiento más profundo de gratitud y al mismo tiempo ofrendando nuestra vida como carta de Dios para quienes todavía no lo conocen o dudan de Él! Hagamos fiesta. Hemos celebrado con alegría el día 8 de septiembre el cumpleaños de nuestra Madre. Hemos querido pasar de unas «fiestas enlatadas» a querer una fiesta original en la que la alegría brota del fondo del corazón. Permitidme que alce mi voz junto a la vuestra para dar gracias a Dios por ser hijos de tan buena madre: María de Nazaret.

Con mi afecto y mi bendición

perez_pueyo_firma✠ Ángel Pérez Pueyo
Obispo de Barbastro-Monzón

También puedes leerla aquí: La voz de los Obispos