Ayer, 26 de agosto, tuvo lugar en San Pedro del Pinatar (Murcia) un encuentro vocacional del Camino Neocatecumenal presidido por el Obispo de Cartagena Mons. Lorca Planes, y que fue llevado por el iniciador y responsable internacional del equipo del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, junto con Ascensión Romero, integrante desde hace un año también del equipo responsable, y en este caso el presbítero italiano Gianvitto que lleva a nivel mundial los grupos de Post-confirmación, y que estaba en sustitución del Padre Mario Pezzi, que se encontraba enfermo.
Este encuentro vocacional Kiko lo venía realizando desde hace varios años en San Pedro del Pinatar, pero para las comunidades de Murcia principalmente, y tras realizar uno a principios de agosto en el Circo Massimo de Roma para los jóvenes de Italia y varios países de Europa ha querido ampliar este año este encuentro de Murcia que realizaba en la parroquia de la Sagrada Familia para toda España, Portugal y parte de Francia, con la asistencia de cerca de 20.000 hermanos que se han congregado por la tarde en el Pinatar Arena.
Al encuentro han asistido además de los itinerantes Responsables del Camino en toda España, numerosos seminaristas de todos los Seminarios ‘Redemptoris Mater’ de España y Portugal y sacerdotes que acompañan a las comunidades en este itinerario de fe, junto con varios Obispos que han querido también participar.
Tras la oración inicial del Presidente, Mons. Lorca Planes, y la invocación al Espíritu Santo, Kiko ha comenzado el encuentro con un canto del profeta Isaías como ‘monición ambiental’, que habla de la misión y el envío de sacerdotes a todas las naciones, pues el encuentro iba dirigido a ayudar a tantos jóvenes en el discernimiento de la propia vocación, y a suscitar nuevos apóstoles en aquellos que el Señor llame para la nueva evangelización. Tras el canto Kiko ha leído una carta que le había enviado el Padre Gregorio, itinerante responsable del Camino en todo Asia, donde le contaba las experiencias de las primeras misiones ad gentes en países como Mongolia, Laos o Vietnam, donde la fe es todavía una pequeña y frágil semilla, pero ya plantada en una tierra suficientemente abonada por años de sufrimientos atroces causados por el comunismo que ha eliminado cualquier tipo de trascendencia en aquellas gentes. Las catequesis que se han dado en las casas de las familias de estas misiones han sido muy fecundas, pues mucha gente que se acercaba a escuchar el Kerygma, la Buena noticia de Jesucristo muerto y Resucitado, se le ha abierto el cielo y la esperanza que tenían completamente cerrados, y viendo el amor que han recibido han podido tener experiencia de la victoria sobre la muerte y la posibilidad de una nueva vida. El testimonio de las familias misioneras con tantos hijos, contaba el Padre Gregorio, ha sido tan heróico por cómo han afrontado las dificultades del idioma, de la residencia, del trabajo en Mongolia, la soledad… que el Obispo, que al principio era un poco escéptico a este novedoso tipo de misión, ha quedado impresionado por los frutos que se estaban produciendo. El Padre Gregorio concluía la carta pidiendo a Dios evangelizadores para estos países con millones y millones de personas que no conocen a Jesucristo y que viven en el infierno, en la tristeza, en la desesperación, porque la mies es mucha y los obreros pocos.
Seguidamente Kiko ha subrayado, con motivo de esta misiva, la necesidad imperiosa de sacerdotes, de misioneros y misioneras, de familias que quieran partir con Cristo a anunciar el Evangelio a todas partes, especialmente a Asia, el continente a evangelizar en el Tercer Milenio como quería San Juan Pablo II; y recordaba su misma llamada y cómo le cambió la vida el encuentro con Jesucristo, que le pasó de una vida sumida en el absurdo y el sufrimiento a una vida llena de aventura, entregada totalmente por amor a Cristo a los hombres, dando testimonio de cómo Dios ha hecho con él, un pobrecillo indigno, y con tantos otros, una obra inmensa que hoy la Iglesia, especialmente el Papa, decía, ve con esperanza y con alegría.
En el encuentro quiso ensayar un nuevo canto que había compuesto para la ocasión y que era un ‘himno’ al Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, desgranando en la letra lo que es y representa el mismo Espíritu de Dios habitando dentro del hombre. Concluyendo el canto leyó un Evangelio que abrió al azar, y salió el final del Evangelio de Lucas sobre la Ascensión que justamente señala el envío de los Apostóles a la misión a todas las naciones con la ayuda del Espíritu Santo, los dos puntos que Kiko había estado señalando con vivo interés: «y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas. «Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto»” (Lucas 24, 46-49).
Tras la lectura del Evangelio, por indicación de Ascensión, Kiko explicó el gran mural que presidía la celebración, un icono que representa el Juicio Final y cuyo fresco original está pintado en la capilla de la Domus Galilea, en Israel, siguiendo las pautas que marca la representación de la Iglesia de Oriente y que es una catequesis de la Iglesia primitiva sobre el fin del mundo con la segunda venida de Cristo. En el centro del icono en su parte inferior se representa un hombre desnudo atado a una columna que, explicaba, es la imagen de la humanidad presa en su propia vida, condenada como a vivir para sí misma, inmersa en su mundo, en sus preocupaciones, en sus pensamientos, en su concupiscencia y que parece ignorar la existencia de una realidad inmensa que la supera y que la rodea, que es el cosmos, el universo, el cielo con la vida misma de Dios que quiere introducir al hombre esclavizado por sus propias culpas y debilidades en la Jerusalén celeste, en la comunión de todos los santos. Seguidamente Kiko proclamó las Palabras de San Pablo de la segunda epístola a los Corintios que son el anuncio del Kerygma, la Buena Noticia que anunciaba con fuerza la Iglesia en los Hechos de los Apóstoles y que Kiko desgranó pacientemente y con fuerza, exhortando a los presentes, como dice San Pablo, a la conversión, a la vuelta a Jesucristo, a dejar de vivir para uno mismo, esclavos del maligno, presos de las propias pasiones, de los propios miedos e inseguridades, para entrar en la libertad de los hijos de Dios y ya no vivir para uno mismo, sino para Cristo, que murió y Resucitó por nosotros. Recalcó la importancia de tener profetas que nos anuncien ésta necesidad de conversión, de metanoia como recordaban los Padres de la Iglesia, para entrar en la voluntad de Dios, que es la de que todos los hombres se salven. “Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?” dice San Pablo a los Romanos (10,14). Por eso insistió, como recordaba el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium, en la función actual de la Iglesia en el mundo que nos ha tocado vivir, lleno de sufrimientos, de familias destruidas, de abusos, de suicidios, de jóvenes metidos en la droga… la misión primordial de todos los cristianos, que es la de anunciar el Kerygma, para, mediante la acción del Espíritu Santo, dar la salvación a los hombres a través de la necedad de la predicación (1ª Cor. 1,21).
Acabada la predicación de esta Buena Noticia, de este amor gratuito de Dios manifestado en la cruz de Cristo que ha querido cargar con nuestras culpas para darnos la vida eterna, tomó la palabra el Presbítero que sustituía al Padre Mario, para antes de la llamada vocacional, y el Padre Gianvitto se limitó fundamentalmente a explicar cómo entró en la Iglesia y redescubrió la fe, y cómo el Señor le llamó al Sacerdocio, a pesar de haber abandonado la práctica religiosa en su adolescencia y posteriormente tener una novia durante varios años con un proyecto de formar una familia y tener hijos. Gianvitto animó a los jóvenes presentes a no tener miedo si el Señor, como a él, le llamaba al Sacerdocio, indicando, después de más de veinte años ordenado en Roma por San Juan Pablo II, la alegría y la aventura que es partir con Cristo a la misión, y lo impresionante que es colaborar con Cristo para rescatar a los hombres del infierno.
Ascensión Romero siguió también con una palabra dirigida especialmente a las chicas para cuando la llamada vocacional, explicando también ella misma el origen de su vocación como misionera laica tras la jornada mundial de la juventud en Santiago el año 1989, y cómo ha estado 25 años en Rusia anunciando el Evangelio viendo la acción de Dios. Leyó un discurso que dio Carmen Hernández en una jornada similar varias décadas atrás hablando del rostro maternal de Dios que se refleja en su misericordia y de la importancia de la mujer que tiene el poder de engendrar la vida, siendo además quienes estuvieron al pie de la cruz y llevaron el testimonio de la Resurrección de Cristo a los hombres.
Terminadas estas intervenciones Kiko enumeró la importancia de estos encuentros vocacionales y de cómo Dios había concedido al Camino este carisma de la misión, enumerando los milagros de haber abierto en estos tiempos de sequía vocacional, 120 Seminarios misioneros donde ya se han ordenado casi 3.000 sacerdotes y se están formando más de 2.000 seminaristas, las más de 6.000 hermanas procedentes del Camino que están en conventos de clausura, indicando la cantidad de peticiones que tienen de muchos monasterios que les piden chicas por el riesgo de tener que cerrar, y de las 1500 familias que están en misión en los cinco continentes con sus hijos, a pesar de las dificultades del idioma, del trabajo, de los papeles para residir, del clima y la cultura… Incluso recordaba el ardor y valentía de familias en Rusia por ejemplo que el estado no les daba permiso para trabajar y él había recomendado que volvieran de la misión y las familias se habían negado en rotundo, llenos de fe y esperanza.
Seguidamente procedió, ya con poco tiempo, a realizar propiamente la llamada, indicando si alguno sentía que Dios le llamaba para el sacerdocio, para la vida consagrada y la misión se levantara y se pusiera en pie. Primero fueron los chicos, unos 170, que se levantaron y fueron al escenario donde recibieron una oración por parte del Obispo, luego las chicas, más de 200, y posteriormente las familias, varias decenas, que se prestaban también a partir, después de un tiempo de discernimiento, a la misión en cualquier país del mundo. Un espectáculo que fue correspondido con numerosos aplausos y cantos, porque siempre impresiona ver cómo el Señor sigue llamando y da fuerza a tantos jóvenes a seguirle.
Por último para concluir el encuentro el Obispo de Cartagena quiso dirigir unas emotivas palabras a los presentes llenas de agradecimiento a Kiko y al Camino por los frutos que Dios estaba suscitando, a las autoridades y organizadores del evento, y a todos los presentes por este ‘extraordinario espectáculo de fe, regalo de Dios, y oportunidad para la gracia’ . Aquí un resumen de su breve intervención:
“Un saludo especial a vosotros, ¡qué suerte tenéis, que gran suerte tenéis!. Estoy feliz de veros las caras (…) Que suerte tenéis que habéis escuchado la invitación que en la mayoría de las parroquias aparecía en un letrero muy grande que decía: ‘ven a las catequesis’. El Responsable de todo ello es Kiko Argüello. A él hay que darle las gracias en el nombre de la Iglesia. Hay que darle las gracias por haber escuchado a Dios, y que por medio de él todos habéis venido a la fe de una manera extraordinaria (…) Habéis tenido la suerte primero de escuchar la Palabra, de vivir la liturgia, y de tener la gran gracia de participar en una comunidad (…) ¿Cómo no vamos a estar agradecidos? Les deseo a todos que viváis intensamente la experiencia en vuestras comunidades, que no le hagáis caso al demonio que intentará diluir vuestro compromiso más grande, que un Obispo reconoce en una diócesis es ver cómo los chicos y chicas se levantan para decirle al Señor ‘aquí estoy’, y cómo las familias están dando un espectáculo en el mundo entero de desprendimiento, de generosidad, de alegría, de gozo, para predicar a Cristo. No necesitamos más planes, más proyectos para la evangelización. El único proyecto es Cristo, el único. No necesitamos papeles, ni proyectos, ni jaleos de tantísimas cosas en las que nos metemos. Necesitamos interiorizar a Cristo, para ser misioneros de Cristo, para anunciar a Cristo en el mundo, y vosotros sois el regalo más grande que la Iglesia tiene hoy, uno de los regalos más grandes que la Iglesia tiene. Y hay que decirlo, hay que decirlo en voz alta ¡Gracias! que seáis muy felices, que viváis la experiencia de fe en la comunidad, y que tengáis muy buen viaje de regreso”
Tras estas cariñosas palabras de ánimo y confirmación en la fe por parte del Obispo de la diócesis el Encuentro finalizó con la bendición final, el rezo del Padrenuestro y el canto ‘Id y anunciad a mis hermanos’.
Jacob Bellido.