Actualmente parece que en nuestra sociedad el tema de la libertad es algo al que todo el mundo recurre, algo que se lleva mucho y que está muy de moda: libertad de expresión, libertad identitaria, libertad para decidir sobre mi vida y la de los demás… Pero, ¿qué entiende nuestro mundo como libertad en contraste con lo que es realmente?
Para empezar, se concibe que alguien es libre en el momento en el que hace realmente aquello que la da la gana, aquello que “siente” que debe hacer en ese instante (lo de los sentimientos también es algo que ahora gusta mucho, pero eso es otra historia). Este hacer lo que YO quiero, lo que YO pienso, lo que YO siento, no es más que la consecuencia del gran narcisismo que invade nuestra comunidad, que es uno de los grandes problemas que atravesamos hoy en día, como dice el Papa Francisco.
Pues bien, este egoísmo bajo el disfraz de libertad es lo que está llevando al hombre a cometer errores tales como el aborto, la eutanasia, a defender un feminismo radical, a decidir si uno es varón o mujer en función de lo que le apetezca ese día, o a decir, dentro del marco de la libertad de expresión, frases tan “respetuosas” como “fuera los rosarios de nuestros ovarios”. Y todo esto se hace cantando el triunfante lema: “es mi cuerpo, yo decido”. Aquí es donde reside el error fundamental de donde se derivan los otros. Ese es el pilar sobre el que se asienta la “libertad” de nuestro mundo. Suceden estas cosas cuando olvidamos que no somos de nosotros mismos sino de Dios, cuando miramos nuestro ombligo y no el de los demás, cuando no consideramos que nuestros actos tienen tremendas consecuencias, cuando creemos que no hay nada a lo que debamos someternos.
Muchas veces no comprendemos que, precisamente, sometiéndonos al mayor Amor que hay, seremos más libres y felices que nunca, pues estaremos eligiendo aquello que es verdaderamente bueno para nosotros, aquello capaz de llenarnos. La libertad es la elección del bien, no cualquier elección, sino el hecho de escoger el bien. La mayor libertad está en elegir aquello que es bueno para nuestra naturaleza, y huir de la esclavitud de nuestros vicios y nuestras pasiones. El bien nos da las alas para volar al Cielo, el mal nos las corta. Ahora, habiendo visto esto, ¿eres realmente libre?
María Ramos