Sí, sí. Existe la Llamada. Hay posibilidades de que Dios te llame a seguirle. Lo mejor de todo es que te hace libre para decidir. Y lo que le ocurre a muchos es que, se sienten tan profundamente amados, que no dudan en decir un SÍ rotundo.
Durante nuestra vida, pensamos muchas veces que nuestra vocación está ligada a un trabajo o a unos estudios concretos, pero realmente ninguna carrera responde a los interrogantes del corazón; a esos deseos profundos que tenemos sellados dentro. Es cierto que con el trabajo uno se forma, interfiere en la persona, pero este oficio no es nuestra vocación. Entonces, ¿cuál es nuestra vocación? El Amor. Pero no un amor de película, no, este va mucho más allá, es una amor de donación; es el amor de Jesús que permite amar como Él y, así, llevar a su meta el camino del hombre. En el próximo post hablaremos sobre este concepto.
Este Amor tiene una forma muy concreta de realizarse y queda reflejado en el deseo del corazón. Hay quién tiene un deseo de formar una familia en la que educar a los hijos en la fe pero los hay también quienes, al conocer a Jesús, se dan cuenta que se amor puede no acallar los deseos de su corazón pero si atarlo a Él mucho más que cualquier deseo. El hecho de ser conocidos, perdonados y amados gratuitamente por Él es lo que nos hace ser testigos y querer seguirle. El corazón de estas personas es compasivo al ver que existe un mundo que sufre por la falta de Cristo, tiene ojos atentos al paso del Señor para ver que pide el Señor en cada momento, poseen oidos abiertos a la Palabra y presentan docilidad, se dan cuenta de que somos llamados a santidad y no a una vida mediocre; debemos apostarlo todo. En JC ya hablamos de algunas chicas que habían sentido esta Llamada .
Como puedes ver la vocación del Amor no es únicamente conyugal (en matrimonio) sino que también existe la posibilidad de abrirse a la vida consagrada.
Somos jóvenes y por eso éste es el Tiempo Santo, como dijo el Papa Francisco: «¡Buscad las cosas grandes y poned la vida en juego!» Todos los jóvenes que han apostado por Él, no han quedado defraudados. A simple vista, puede parecer que se les quita la vida, la juventud, la libertad, pero realmente ofrecen su vida libremente porque la vocación no es una meta, es un regalo y un don.