En el anterior artículo hablamos acerca de la Iglesia y de su concepto como Madre y, al final de este, se plantearon unas cuestiones que los jóvenes es posible que nos preguntemos. Las preguntas eran las siguientes:
- ¿Qué es para ti la Iglesia?
- ¿Qué esperas de ella?
Los jóvenes estamos llamados a ser luz para los demás en la universidad, en el trabajo, con los amigos… y para ello tenemos que conocer la Verdad y saber dónde encontrarla para poder entregarla. Algunos jóvenes comentaban en el Sínodo que cada vez se sienten más lejos de la Iglesia y en algunas ocasiones se habla de la Iglesia como «corrupta». Sin embargo, muchos de nosotros vivimos nuestra fe en ella y sabemos que la Iglesia no es solo un lugar de encuentro o una institución. Tenemos la certeza de que no podemos vivir de Jesús separados de la Iglesia pero, ¿Por qué?
El Papa explicó que la Iglesia es Madre porque nacimos de ella a través del bautismo que recibimos cuando éramos pequeños y que «El modelo de la maternidad de la Iglesia es la Virgen Madre». Es Madre porque nos acoge y tenemos allí un sitio para cada uno de nosotros. Es el lugar dónde más cerca podemos encontrar a su hijo Jesús y descansar en Él. Y es donde recibimos el alimento y nos sostiene con los sacramentos.
Antes hemos hablado de que somos llamados a ser luz y es que es en la Iglesia donde recibimos esta luz a través del Evangelio, que nos orienta a la salvación, nos anima en los momentos de oscuridad y nos defiende de las asechanzas del maligno.
Y ya no sólo la Iglesia como Madre sino que, dentro de ella, podemos encontrar a cantidad de personas que pueden ayudarnos y acompañarnos: Sacerdotes, consagrados, monjas, laicos que están dispuestos a perder la vida por nosotros con el fin de acercarnos a Jesús. ¡Qué suerte tenemos de conocer la Iglesia y saber que, si en algún momento estamos perdidos, podemos acudir a ella en busca de ayuda porque, como Madre, nos quiere y nos enseña!