Con frecuencia nos fijamos en el aspecto negativo de la vida, en lo que está mal, en las malas palabras o gestos. Incluso el ser amables y dar gracias es visto con desconfianza o como un signo de debilidad. Aceptar la gratuidad puede costarnos, incluso puede sorprendernos. En ocasiones, nos cuesta recibir algo gratis sin dar algo a cambio, pero podemos cambiar la mirada. Tenemos que estar dispuestos a ver lo bueno y las cosas hermosas que nos rodean para poder transformar nuestra realidad. Descubrir lo positivo que hay en nuestra vida y percibirlo como un regalo nos mueve a dar gracias. Si tenemos un corazón agradecido y rebosante de amor, esto nos llevará a tener una actitud agradecida ante la vida y ante los demás, experimentando nuestra vida como don. Dejarnos asombrar por el regalo de la vida nos lleva a ser agradecidos por cada cosa por insignificante que sea.
Esta actitud nos lleva a reconocer cada persona, momento, detalle y todas las cosas como dones o regalos recibidos; de esta manera se puede alcanzar la auténtica felicidad. Comprender nuestra vida así significa percibir que el fin esencial de vivir consiste en recibir lo que uno es, alegrarse por lo que recibe de los demás y dar lo que uno es a los demás. Así percibimos que todo en la vida es un regalo por el que dar gracias: la vida misma, nuestra familia, el amor verdadero, la amistad, la educación, la salud, la ayuda de los demás, palabras amables, una sonrisa, una mirada?
Todos podemos sentirnos agradecidos a lo largo del día por lo bueno que nos sucede, reconociéndolo interiormente y expresando la gratitud exteriormente a los demás. Cuanto más agradecidos seamos más apreciaremos la vida, pues decir «gracias» fortalece el corazón, mejora las relaciones y aumenta la felicidad. Esto nos hará más fácil reconocer la gratuidad de Dios, pues venimos de Él, nos da su amor y nos llama a la salvación, que es el regalo más grande. No debemos olvidar dar gracias a Dios por todas las cosas buenas que nos regala, pues como dice san Pablo: «dad siempre gracias a Dios Padre por todo» (Ef 5,20).
Os invito a que nos preguntemos: ¿somos agradecidos ante la vida? ¿Nos descubrimos amados por alguien (o Alguien)? ¿Por qué sí, o por qué no? Hay que agradecer todo, pero qué bueno es acabar el día agradeciendo los dones recibidos, hacer memoria de lo que hemos vivido fijándonos en lo bueno y constructivo. Os invito a que podamos pensar cada día, comenzando hoy, en tres motivos por los que dar gracias, y luego dirigir una pequeña oración a Dios dándole gracias por ello; esto nos ayudará a tener un corazón agradecido. Concluyo dado gracias a mis amigos, porque las conversaciones que hemos mantenido en las últimas semanas son las que han dado fruto a esta reflexión.
Millán Núñez Ossorio
Publicado en La Opinión de Zamora: http://www.laopiniondezamora.es/opinion/2018/05/06/logica-agradecimiento/1082155.html