Supondría una frivolidad lanzar una reivindicación política en esta plataforma. Nada más lejos de la intención de quien escribe. Todos somos conscientes de la profunda crisis política que atraviesa Cataluña y por ende España, que si bien no es nueva, se ha agravado durante los últimos meses.
En el transcurso de estos tristes acontecimientos, la Conferencia Episcopal Tarraconense (CET), que agrupa a los obispos de las diócesis catalanas, ha publicado recientemente su carta cuaresmal, en la que entra a considerar la situación política que atraviesan. Este análisis les lleva a comentar la prisión preventiva en la que se encuentran algunos de los dirigentes que se han visto implicados en el golpe de estado:
“Queremos mencionar una cuestión concreta que nos preocupa. En cuanto a la prisión preventiva de algunos antiguos miembros del gobierno y de algunos dirigentes de organizaciones sociales, sin entrar en debates jurídicos, pedimos una reflexión serena sobre este hecho, en vistas a propiciar el clima de diálogo que tanto necesitamos y en la que no se dejen de considerar las circunstancias personales de los afectados”
No es este, por desgracia, un hecho aislado. Durante el día uno del pasado octubre, se nos mostró en los medios de comunicación como se abrían las puertas de una iglesia, la casa de Dios, la de todos nosotros, en colaboración con la celebración del referéndum ilegal, produciéndose por lo tanto un uso partidista de un sitio tan poco apropiado como una parroquia.
Estos dos ejemplos son los más significativos en una línea de comunicados y actuaciones que sitúan claramente a parte de la Iglesia en Cataluña en uno de los bandos, en el apoyo a una causa política tan ajena al mensaje que Jesucristo nos dejó. No les pediríamos que cambien de rumbo y se posicionen en el otro bando, sino simplemente, que no se posicionen. La Iglesia Católica o su representación en una región, no puede dejarse llevar por las iniciativas políticas de un determinado grupo. Y menos aún cuando se aleja del mensaje de unidad, servicio, generosidad y libertad que nos transmite Jesús. Los católicos predicamos una Palabra que tiene vocación universal, universalidad que precisamente se ve cuestionada cuando la representación jerárquica de nuestra Iglesia toma partido por las tesis separatistas de una región.
Con ello, además, en vez de apaciguar o ejercer de mediadora en el conflicto, eleva la separación en bandos –que ya de por sí es triste que se haya generado- a una peligrosa confrontación entre los feligreses que compartimos un mismo Credo, puesto que los que no seguimos su línea, nos preguntamos:
- ¿Qué relación guarda la Cuaresma con la prisión preventiva de presuntos delincuentes, de delitos no menores? ¿Es que plantea dudas morales la población reclusa bajo esta figura? ¿Es digna de reflexión la situación de prisión provisional de cualquier recluso o “las circunstancias personales de los afectados” es un nuevo condicionante de la prisión provisional, del que sólo se benefician algunos privilegiados?
- ¿Sobre qué parte de esta medida cautelar nos invita la CET a la reflexión? Y puesto que la decisión depende de autoridades judiciales, ¿es a los jueces a quienes se les pide reflexión? Sin entrar en el debate jurídico, como en su escrito mismo dicen, ¿en calidad de qué proponen esa reconsideración? ¿Es el hecho de que el Gobierno -guardando la independencia de los poderes del estado- no interfiera en la situación procesal de estos individuos, el motivo que impide un “clima de diálogo”?
- ¿Es momento pues, la Cuaresma, y medio apropiado una carta pastoral, para tratar, aunque con ambigüedad y moderación, asuntos que implican un claro posicionamiento político?
Quizá sería más idóneo proponernos a todos oración para recuperar lazos, ayuno de política y de división y limosna para recuperar la generosidad y la caridad fraterna durante estos días de Cuaresma. La unión hace la fuerza.
Fernando Guerra y Daniel García.