Ojalá se me hubiera dado bien hacer puzzles, de los que uno no sabe cuándo va a acabar y toma todo el cuidado del mundo para que ninguna pieza desaparezca, porque no me encontraría en la terrible sensación de inutilidad que me dejó el montaje de mi mesa de estudio. “Encaja esto y pon aquello, atornilla lo de más arriba y cuidado con pegar esto de esa manera”… Quien se dedique a escribir manuales de instrucciones debería replantearse seriamente alguna que otra cosa en su vida, ¡Porque es imposible seguirlos! Pero, en una sociedad tan tremendamente encorsetada como la nuestra, no nos ha quedado más remedio que imbuirnos en todo tipo de manuales de instrucciones, desde jurídicos hasta de bricolajes, no olvidando los preceptivos, y por supuesto, los prescriptivos … ¡Incluso para vivir nuestras propias vidas!¿Desde cuándo los jóvenes necesitamos instrucciones? ¿Quiénes son los demás para decirnos cómo cambiar este mundo?
Decía Agatha Christie que vivir se asemejaba a caminar hacia adelante en una calle de sentido único, sin más restricciones que la de no dar marcha atrás y llegar hasta el final de la misma. No había manuales, ni tampoco instrucciones sobre cómo recorrerla ni en qué circunstancias detenerse. Tan sólo había una instrucción: atravesarla. No obstante, esta escritora inglesa pareció obviar que la vida no solo consiste en atravesar, sino en atravesar amando. Así fue como Jesús abrió los ojos de la Humanidad cuando “Él los amó hasta el extremo” (Jn 13,1), al demostrar que vivir plenamente iba mucho más allá de cumplir un Decálogo de instrucciones, sino que bastaba con observar cada momento como un milagro en el que darse a los demás, para ganar la mayor felicidad de todas: ser Luz como Cristo, ser Guía como su Palabra, y ser Refugio como Su consuelo.
Quizás no necesitemos normas… ¡Porque el Evangelio ya nos dice cómo hemos de
vivir! Y no es que estemos hablando de órdenes imperativas, sino de la mejor guía para amar y escribir la aventura de sentirse vivo – de ser más joven que nunca – siendo como Jesús! Él es el mejor experto con el que nos podemos encontrar, porque no duda en enseñarnos lo reconfortante que es llevar una vida lograda… ¡para ser los verdaderos protagonistas!
A pesar de todo, seguimos empecinados en creer que vivir la fe es lo mismo que fichar al terminar de trabajar, y nada más. Y si “la verdad os hará libres”, ¿Qué estamos haciendo con nuestras vidas? Solo demostrando en nuestro entorno – universidad, amigos – que ser cristiano es amar, y nada más, empezaremos a cambiar el mundo, a enseñar que hay “manuales” que merecen la pena, y hacer de nuestra vida el mejor montaje en el que descubrir a Jesús.